EL DIOS DE JACOB, EL DIOS DE ISRAEL (Segunda Parte) | thebereancall.org

Hunt, Dave

Septiembre 2006

El mes pasado mencionamos que el único Dios verdadero, el Creador del Universo y de todas las cosas - el Dios de la Biblia - ha conectado Su nombre y ha atado Su integridad a Israel.  Y aún así muchos evangélicos, incluyendo muchos líderes conocidos, insisten que Israel ya no significa mucho a Dios ya que esa nación rechazó a Cristo y por lo tanto ahora Israel ha sido reemplazada por la Iglesia.  Inclusive existen grupos quienes persisten en la ridícula teoría que las “diez tribus perdidas” de Israel emigraron a las islas británicas y por lo tanto todos aquellos de descendencia británica son los verdaderos judíos de hoy en día.  Algunos van al extremo de decir que todas las “razas blancas” son los verdaderos judíos y que no sólo Inglaterra, pero sino que toda Europa estaba inhabitada hasta que los descendientes de las “diez tribus perdidas” se establecieron en ésos lugares.

Nosotros hemos probado anteriormente que las diez tribus llevadas a Asiria (2 Reyes 17:6-23) no fueron “perdidas”, sino que son los antecedentes de las mayoría de los que se llaman judíos hoy en día (2 Crónicas 34, 35).  En vez de creer las teorías de que Israel ha sido reemplazada, debemos darnos cuenta que cientos de profecías pronostican y enfatizan la importancia de la nación de Israel en los acontecimientos mundiales de los últimos días, como por ejemplo, el ataque de todo el mundo a ésa nación en Armagedón, el rescate por el Mesías y su final restauración gloriosa en el Reino del Milenio.  Tampoco se puede ver ninguna referencia en las Escrituras que podiera ser interpretada como que los descendientes de las diez  tribus de Israel son los habitantes de las islas británicas ni tampoco que las razas blancas son tales descendientes.

Más de 2,000 referencias a Israel o a los Israelitas en la Biblia y miles de profecías se refieren a la tierra histórica de Israel en el Medio Oriente, cuyas fronteras son claramente definidas en el libro de Génesis (15:18-21) o a la gente que vivió allí por cerca de 2,300 años, quienes fueron expulsados de tal tierra debido al juicio de Dios y serán retornadas al mismo lugar por Dios mismo y de ésta manera ningún judío quedará desplazado fuera de Israel (Ezequiel 39:27-29).

Sabemos quienes son los judíos por el método de ADN.  El Departamento de Inmigración de Israel requiere las pruebas de ADN cuando existe una duda acerca de la autenticidad de antepasados judíos.  Tales pruebas mostrarían un negativo resultado si fueran aplicadas a una persona de descendencia británica y probarían sin lugar a dudas la ridiculez de la teoría, o de la conexión de Israel con las islas británicas.  Ningún otro grupo étnico sin tierra propia y dispersados por todo el mundo por mas de 2,000 años podría haber mantenido su identidad intacta como ha ocurrido con los judíos.  En realidad, no tiene ninguna importancia el saber si alguien es de descendencia americana, alemana, árabe, griega, etc.  Pero sí es importante el saber quien es judío ¿Por qué?

Aproximadamente el 70 por ciento de las páginas de las Sagradas Escrituras están escritas con detalles describiendo la historia de Israel y profetizando el futuro de ésa nación: su continua e impertinente rebelión en contra de Dios, su castigo o disciplina debido al juicio de Dios (lo peor aún está por venir), el desplazamiento mundial de los judíos, la reunión de todos ellos de todas las partes del mundo y el retorno a su tierra original en lo últimos días, cientos de profecías se refieren al impacto que la nación de Israel va a tener en los acontecimientos mundiales, acerca de su venidero juicio (Jeremías 30:7), cuando dos tercios de todos los judíos en la tierra serán exterminados (Zacarías 13:8, 9), y su restauración final bajo el Mesías (Zacarías 12-14).  Sin duda alguna, Israel es el tema mayor de la Sagrada Palabra de Dios.  El estar errado acerca de Israel es también estar errado en casi todo el resto de la Biblia.

Aquel a quien la Biblia llama 203 veces “el Dios de Israel” ha jurado por medio de un convenio eterno que Israel nunca cesará de existir como nación: “No temas Jacob siervo mío; no te asustes, Israel – afirma el Señor – A ti, Jacob, te libraré de ese país lejano; a tus descendientes los libraré del exilio.  Volverás a vivir en paz y tranquilidad, y ya nadie te infundirá temor.  Porque yo estoy contigo para salvarte – afirma el Señor -, destruiré por completo a todas las naciones entre las que te había dispersado.  Pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; ¡de ninguna manera quedarás impune!” (Jeremías 30:11,12).  “Vienen días – afirma el Señor -, en que la ciudad del Señor será reconstruida... ¡Nunca más la ciudad será arrancada ni derribada!” (Jeremías 31:38-40).  El lenguaje no puede ser más claro, no solamente en estos pasajes sino a través de todas las Escrituras.

Estos y cientos de otras promesas de Dios a Israel que encontramos en la Biblia son un rechazo categórico a aquellos que enseñan que la iglesia ha reemplazado a Israel.  “Así dice el Señor, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso quien estableció el sol para alumbrar el día, y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar para que rujan sus olas: Si alguna vez fallaran estas leyes – afirma el Señor -, entonces la descendencia de Israel ya nunca más sería mi nación especial.” (Jeremías 31:35, 36); “Mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches.” (Génesis 8:22);  “Voy a reunirlos de todos los países adonde en mi ira, furor y terrible enojo los dispersé, y los haré volver a este lugar para que vivan seguros.  Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios... yo mismo voy a traer sobre ellos todo el bien que les he prometido.” (Jeremías 32:37-42).

Israel ha fallado en cumplir su llamado de ser un ejemplo para el mundo de santidad y dedicación a Dios (Levítico 20:20-24, 26; Deuteronomio 6:4, 5; 7:6, etc.).  Mientras que existen muchos israelitas que son creyentes, algunos inclusive en las fuerzas armadas, Israel, hoy en día como nación se mantiene tan perversa y tan atea como América y como el resto del mundo.  La “gente escogida” de Dios viviendo una vez más en la Tierra Prometida en cumplimiento de muchas profecías específicas, rehúsan honrar en sus vidas diarias al Dios de sus antepasados quien los trajo allí.  Aún con los presentes problemas de Gaza y Líbano, la gran mayoría de Israelitas confían más en sus propias armas y en su propia determinación en vez de confiar en el único Dios que los puede proteger y que ha prometido hacerlo.

El triunfo del pequeño Israel en cada guerra ante adversas probabilidades es admitido por las fuerzas armadas de Israel como algo que rechaza una explicación lógica.  Los militares en el ejército de Israel que entrenan tropas, continuamente les cuentan de hechos que sucedieron en guerras previas que fueron tan increíbles que no se puede explicar, pero aún así, la intervención de Dios no es ni siquiera sugerida, aún cuando ninguna otra explicación puede ser posible.  Israel, como nación, todavía no se ha humillado hasta el punto de reconocer lo que el Salmista profetizó: “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte – que lo repita ahora Israel – si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando todo el mundo se levantó contra nosotros, nos habría tragado vivos... Bendito sea el Señor, que no dejó que nos despedazaran con sus dientes... Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, Creador del cielo y de la tierra.” (Salmo 124:1-8).  En Armagedón, sin embargo, esta profecía se convertirá en realidad a todos aquellos que sobrevivan.

En contraste con todo esto, Inglaterra al mismo que América, estarán entre las naciones que Dios reunirá y destruirá en Armagedón (Jeremías 30:11; Zacarías 12:9; 14:2, etc.) por el mal trato que le dieron a Israel y especialmente por haber dividido su tierra.  En realidad, Inglaterra tuvo una parte crucial en el robo que fue hecho a Israel cuando le despojó de sus tierras para dársela a los árabes a cambio del petróleo.  Ambos países, Inglaterra y América han traicionado a Israel muchas veces y los gobiernos de ambas naciones se han opuesto a Israel desde el principio.

La pregunta entonces sería ¿Por qué Dios fielmente ayuda al impío Israel?  Él le dice bien claro a Israel desde el principio: “Lo hizo por que te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del Faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de fuerza.” (Deuteronomio 7:8).  Refiriéndose a la final bendición y restauración de Israel, el Dios de Israel declara: “Por eso adviértele al pueblo de Israel que así dice el Señor Omnipotente: ‘Voy a actuar, pero no por ustedes sino por causa de mi santo nombre, que ustedes han profanado entre las naciones por donde han ido... ¡OH, pueblo de Israel, sientan vergüenza y confusión por su conducta!... Yo, el Señor lo he dicho, y lo cumpliré.” (Ezequiel 36:22, 32, 36, etc.).  A pesar del presente rechazo de parte de Israel, “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo 3:15, 16 y diez otros lugares en la Biblia) está cumpliendo Sus promesas a aquellos patriarcas a través de sus descendientes y el día está por venir cuando todos los Israelitas que sobrevivan Armagedón creerán en el único Dios de Israel.

La mayoría de los judíos están esperando la primera venida del Mesías sin darse cuenta que Él ya vino y fue rechazado y crucificado.  Jesús le advirtió a los judíos, “Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me aceptan; pero si otro viniere por su propia cuenta, a ése sí lo aceptarían.” (Juan 5:43).  Trágicamente, la batalla de Armagedón va a tener que suceder para que los judíos que sobrevivan se arrepientan, vuelvan al Dios de Israel y acepten a aquel que viene en el nombre de Su Padre.  En aquel terrible momento Dios ha declarado que “Las dos terceras partes del país serán abatidas y perecerán; sólo una tercera parte quedará con vida – afirma el Señor -, Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego; la refinaré como se refina la plata, la probaré como se prueba el oro.  Entonces ellos me invocarán y yo les responderé, Yo diré: ‘Ellos son mi pueblo’, y ellos dirán: ‘El Señor es nuestro Dios’ (Zacarías 13:8,9).

Cuando ellos vean con sus propios ojos al Mesías que ha venido a rescatarlos y descubran quien es Él  “harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito.  En aquel día habrá una gran lamentación en Jerusalén...” (Zacarías 12:10,11).  En Armagedón, cuando Yahweh venga al rescate, Él se revelará como a quien Israel ha traspasado. ¿Traspasado?  ¿Cuándo y cómo pudo Israel haber traspasado a aquel quien le dijo a Moisés “nadie puede verme y seguir con vida” (Éxodo 33:20)?  Dios que es espíritu no puede ser traspasado, pero el Mesías que vino a este mundo como hombre pudo haber sido.  Jesús que cumplió cada profecía mesiánica, fue traspasado en la cruz.  ¿Por qué fue crucificado? ¡Por decir que Él era Dios (Juan 10:30-33)!

Yahweh esta hablando en la primera persona, y aún así hay dos personas que parecen estar involucradas: “y entonces pondrán sus ojos en mí.  Harán lamentación por el que traspasaron...” (Zacarías 12:10).  ¿Es Yahweh dos personas?  En realidad, ¡Él mismo declara ser tres personas en una!  Consideren esto: “desde el principio jamás hablé en secreto; cuando las cosas suceden, allí estoy yo...” (Isaías 48:16a).  Indudablemente aquel de quien está hablando tiene que ser Dios por que Él ha estado hablando de ésa manera desde el principio.  Y aún así Él añade, “Y ahora el Señor Omnipotente me ha enviado con Su Espíritu” (Isaías 48:16b).  Aquí nosotros encontramos a Dios, a Dios Señor y a Dios Espíritu..

¿Podrá esto haber sido lo que inspiró al apóstol Juan a escribir, “en el principio ya existía el verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).  Sin duda alguna, el que es llamado “Verbo” quien ya existía desde el principio y era Dios, tiene que ser el mismo Dios a quien Isaías se refiere.  Pero las similitudes de éstos dos versos no termina allí.  Ambos versos provocan preguntas idénticas.  En Isaías, ¿Cómo Dios puede ser enviado por Dios?  Y en el evangelio de Juan ¿Cómo Dios puede estar con Dios?.  Existe una sola solución: el Mesías tiene que ser Dios.  Cuando Jesús dijo, “El Padre y yo somos uno” (Juan 10:30), los judíos lo acusaron de blasfemia.  Cuando lo iban a apedrear, Jesús les preguntó por qué querían matarlo.  La respuesta instantánea fue, “por blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces pasar por Dios” (Juan 10:33).  ¿Era la herejía máxima que el Mesías declarara Su deidad?  ¡Por supuesto que no!

De acuerdo a los profetas hebreos, el Mesías tenía que ser Dios y, al mismo tiempo, el Hijo de Dios.  Si Dios tiene un Hijo, que Él mismo es Dios y en unión con el Padre, eso disolvería las objeciones de los rabinos.  Nosotros podemos encontrar el Hijo de Dios mencionado numerosas veces en las escrituras hebreas.  Hablando proféticamente, el Salmista en éste pasaje, está declarando a aquel que va a venir, “Tú eres mi hijo,... hoy mismo te he engendrado” (Salmo 2:7).  Los testigos de Jehová y otros que niegan la deidad de Cristo interpretan este pasaje como si se refiriera al nacimiento terrenal de Cristo y el comienzo de Su existencia.  Este no puede ser el caso, porque cuando Dios habla de Su hijo lo hace como si ya existiera y al mismo tiempo también le da una advertencia a un mundo que continuamente desafía a Dios, “bésenle los pies, no sea que se enoje... Dichosos los que en Él buscan refugio” (Salmo 2:12).

La prueba de que el Hijo de Dios ya  existiera antes de Su encarnación es evidente si vemos los escritos de los numerosos profetas hebreos.  Salomón menciona al profeta Agur cuando hace la siguiente pregunta: “¿Quién ha subido a los cielos y descendido de ellos? ¿Quién puede atrapar el viento en su puño o envolver el mar en su manto? La respuesta obvia es “Dios”.  Y después él pregunta, “¿Quién conoce Su nombre o el de Su hijo?” (Proverbios 30:4) dando prueba que el Hijo de Dios ya existía en ese tiempo.  Sadrac, Mesac, y Abednego fueron arrojados a un inmenso horno de fuego tan ardiente que las llamas mataron a aquellos que los tiraron.  Nabucodonozor, sumamente asombrado al ver que estos tres hebreos estaban caminando llenos de vida entre las llamas, observa una persona más entre ellos y en inaudito asombro exclama, “¡y el cuarto tiene la apariencia de un Dios!” (Daniel:3:25).

Al mismo tiempo que la salvación era prometida a través del Mesías, Yahweh repetidamente declaró que Él mismo era el único salvador: “Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador” (Isaías 43:11); “Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro” (Isaías 45:22).  Y así esta salvación va a “los confines de la tierra” por otro, el cual Él mismo tiene que ser Dios y el Mesías: “yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra” (Isaías 49:6).  ¿De quién está hablando Dios?

Sin duda alguna, los profetas hebreos están de acuerdo que Dios existe como una unidad de tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero un solo Dios y que en el Mesías Él se convirtió en hombre sin dejar de ser Dios.  Jesús nos dice que Él era Dios y era hombre, en unión con Su Padre y en esto los profetas están de acuerdo.  Isaías declaró: “Porque nos ha nacido un niño...” (Isaías 9:6).  Esto se refiere a Su humanidad, derivada como se profetizó de su virgen madre, María: la “semilla” de la mujer (Génesis 3:15).  Pero Isaías añade, “se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros... Se extenderán Su soberanía y Su paz, y no tendrán fin.  Gobernará sobre el trono de David...” (Isaías 9:6, 7).  Seguramente el Hijo dado tiene que ser el Dios ya existente que es el Hijo de Dios, y Él tiene que ser el Mesías, porque Él reinará en el trono de David.

¡Pero Isaías declara que el Mesías es Dios!  Lo llama él “Consejero admirable, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).  Aquí está el mismo misterio: Dios es ambos, Padre e Hijo, y ¡el Hijo sólo es el Mesías!  La mayoría de judíos todavía rehúsan reconocer ésta identidad del “Dios de Abraham, Isaac y Jacob.”  Este es una instancia en la que están de acuerdo con sus más acérrimos enemigos, los musulmanes.  El Corán condena al infierno a todo aquel que cree en la Trinidad (Sur 5:72-74).

El hecho que Yahweh haya venido a éste mundo como hombre, que fuera atravesado mortalmente, que haya resucitado y que vaya a regresar para rescatar a Israel en Armagedón, está en perfecto acuerdo con los profetas hebreos.  Cuando Israel vea a su Dios en esta forma, viniendo a rescatarlo, va a ser para ellos bien claro el hecho que Él ya estuvo en la tierra anteriormente, donde fue rechazado y traspasado hasta que murió.  Por lo tanto, Jesús nos recuerda lo que dijeron los profetas de antaño cuando Él dijo a los habitantes de Jerusalén que Él estaba siendo llevado “como un cordero al matadero” en su camino a la cruz: “Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: ‘Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:29).  Finalmente ellos entenderán que, “el Redentor vendrá de Sión” y “todo Israel será salvo” (Romanos 11:26).      

El Dios de Jacob, el Dios de Israel –Parte II

  Traducción: José Victor Delgado. Titulo original: God of Jacob, God of Israel (Part II)

© Permiso de traducción por el Departamento Editorial TBC, Abril 2003.

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A menos que se indique de otra manera, las citas de las Escrituras en esta circular se han tomado de la Nueva Versión Internacional, revisión de 1999.

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