LA CUNA Y LA CRUZ | thebereancall.org

Hunt, Dave

Otra fiesta de las navidades se avecina. ¿Por qué las navidades se celebran el 25 de Diciembre si no es posible que Jesús haya nacido en esa época del año? La Iglesia Romana simplemente convirtió la fiesta pagana de Saturnalia, que era una licenciosa celebración del solsticio de invierno dedicado al dios Saturno y la Cristianizó para así convertir a la Roma pagana. El efecto realizado fue paganizar el Cristianismo oficial. Por ejemplo, a las estatuas de los dioses paganos Isis y Horus fueron puestos nombres nuevos de María y de Jesús para que así los paganos pudieran continuar su idolatría bajo nombres Cristianos. Las costumbres paganas que se componían de vestimentas, velas, incienso, imágenes y procesiones fueron incorporados en la adoración de la iglesia y continúan hasta el día de hoy. Ninguna historia auténtica puede negar esta realidad.

¿Sería el mundo mejor entonces sin navidades? Los ateos piensan de esa manera ya que ellos quieren remover todo vestigio de las imágenes del nacimiento de Cristo y todas las cruces de lugares públicos. Pero en vez de uno unirse a los enemigos de Dios en el denunciar a las Navidades, ¿no deberíamos mejor cultivar los pequeños trozos de verdad que brillan a través del lamentable espectáculo de comercialización y paganismo que existe durante esta temporada? Este es un tiempo único de presentar el evangelio al mundo, es decir que tomemos ventaja de esta oportunidad.

El nacimiento de Cristo y los detalles de Su vida, muerte y resurrección fueron profetizados siglos antes por los profetas Hebreos. Ninguna profecía fue hecha acerca del nacimiento de Buda, Confucio o Mahoma, etc. La profecía Bíblica cumplida es el elemento más poderoso y persuasivo que nosotros poseemos. El apóstol Pablo lo usó para convertir a los perdidos y revolucionó el mundo de su época. Y nosotros debemos hacer lo mismo.

En Romanos 1:1-4 podemos ver la forma en que Pablo presentaba el evangelio. Él se refiere al "evangelio de Dios" (el cual Dios había prometido por intermedio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras). El Cristianismo no fue un invento del primer siglo. El Cristianismo es en realidad el cumplimiento de todo aquello que, con voz unísona, los profetas Hebreos coherentemente pronosticaron por siglos.

Existen más de 300 profecías Mesiánicas en el Antiguo Testamento. ¿Por qué y para qué? Para que Israel podría identificarlo, cuando a su tiempo apropiado Dios mandara a Su hijo (Gálatas 4:4). En el tercer capítulo de la Biblia está escrita la primera profecía de la venida del Mesías, Su nacimiento de una virgen ("la semilla de la mujer") y la destrucción de Satanás (Génesis 3:15). Los profetas declararon que Él debía venir del "linaje de David" (2 Samuel:7:10-16; Salmo 89:3, 4; Jeremías 23:5) y que reinaría desde el trono de David. Para probar que Jesús cumple con este criterio, los evangelios de Mateo y de Lucas empiezan con la genealogía de José y de María.

Habiendo rechazado a Jesús, los judíos todavía esperaban por la venida del Mesías, pero ellos esperaban en vano. La promesa del Mesías fue cumplida (Malaquías 3:1) cuando Él "comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo" (Marcos 11:15). La destrucción del templo 38 años más tarde en el año 70 D.C. hizo imposible durante los 1,923 años restantes para que cualquier otro "Mesías" tratare de cumplir esa profecía. Además, todos los archivos genealógicos se perdieron en la destrucción del templo. Es decir que, un futuro "Mesías" no va a poder probar su necesaria descendencia de David.

Aunque sí es cierto que pronto el templo va a ser reconstruido. Y en vez que el templo sea purificado, como lo hizo Jesús, el Anticristo lo va a profanar con su imagen y va a forzar al mundo a que lo adore como si fuera un Dios: "el cual... se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios" (2 Tesalonicenses 2:4).

Jacob profetizó, "No será quitado el cetro de Judá... Hasta que venga (el Mesías) Siloh" (Génesis 49:10). Poco tiempo después del nacimiento de Cristo, aproximadamente en el año 7 D.C., el cetro fue quitado cuando los judíos perdieron el derecho de hacer cumplir la pena de muerte. Por lo tanto, después era ya demasiado tarde para que el Mesías viniera. Sin embargo, por la gracia de Dios, el Mesías ya ha venido; y Él vendrá otra vez para rescatar en Armagedón aquellos quienes lo rechazaron por primera vez. Ellos lo conocerán por las marcas del Calvario ("y me mirarán a mí, a quien traspasaron"; Zacarías 12:10). Habiendo partido ya el cetro de Judá, Cristo, en vez de ser apedreado por los judíos, fue ejecutado por los Romanos, que su pena máxima era la crucifixión. Y así se cumplió aún otra profecía: "... me han traspasado las manos y los pies" (Salmo 22:16).

Pero regresemos a la cuna. Augusto César no tuvo la más mínima idea del efecto que su edicto iba a tener cuando "decretó que se levantara un censo en todo el imperio Romano" (Lucas 2:1). Ese decreto trajo a José y a María a Belén a tiempo para el nacimiento de su "primer hijo" (es decir que María tuvo otros hijos) en cumplimiento de Miqueas 5:2: "Pero tú, Belén... de ti me saldrá el que será Señor en Israel..."

Que profundidad de significado podemos encontrar en una simple afirmación: "...cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su hijo" (Gálatas 4:4). Su nacimiento tenía que ocurrir cuando el cetro había salido de Judá; su muerte, tuvo que ocurrir después. Su lugar de nacimiento fue determinado por un edicto Romano; su muerte y el método en que fue ejecutado, fue determinado por la ocupación Romana de Israel. Él tuvo que haber venido antes que el templo sea destruido junto con todos los archivos genealógicos.

"El cumplimiento del tiempo" ha pasado. Nadie más puede cumplir el criterio Mesiánico predicho por los profetas Hebreos. Esa simple frase, sin embargo, contiene un significado mucho más profundo. Si el tiempo en que Él nació nos asombra y nos maravilla, el tiempo en que Cristo murió es aún más preciso y lleno de significado. Daniel profetizó el mismo día de Su muerte.

Cuando leemos los escritos del profeta Jeremías, Daniel sabía que el cautiverio babilónico iba a durar 70 años (Daniel:9:2). Dios había ordenado que cada siete años los esclavos Hebreos deberían ser puestos en libertad, las deudas deberían ser canceladas y a la tierra se le debería dar un año de descanso (Éxodo 21:2; Levítico 25:2-4; Deuteronomio 15:1, 2, 12). Por 490 años Israel había desobedecido este precepto. Aplicando justica, Dios permitió que los judíos fueran esclavos de Babilonia mientras que la tierra descansó los 70 años de que le habían negado.

Mientras Daniel confesaba este pecado, reflexionando y orando, le fue dada una revelación que otro período de 490 años le esperaba a su gente y a Jerusalén (Daniel:9:24). Al final de este tiempo todos los pecados de Israel serían purgados, toda profecía sería cumplida y terminada, y el Mesías reinaría en el trono de David en Jerusalén. Estos 490 años deberían ser contados "desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" (Daniel:9:25). Esa fecha crucial nos es dada a nosotros en las Escrituras.

Nehemías nos dice que "sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes" (Nehemías 2:1) que él recibió la autorización de reedificar Jerusalén. cuando no se da el día del mes, se supone que es el primer día del mes. Existieron varios reyes con el nombre Artjerjes pero solamente uno con el nombre de Longimanus, quien reinó por más de 20 años durante un período entre el año 465 A.C. hasta el año 425 A.C. Por lo tanto, tenemos la clave que nos da la fecha de donde esta increíble profecía puede ser calculada: el primer día del mes de Nisán del año 445 A.C.

Al término de la semana 69, de todas estas "semanas" (7x69=483 años) el "Mesías Príncipe" sería conocido en Israel (Daniel:9:25) y después "se quitará la vida al Mesías, mas no por sí" (Daniel:9:26). Si uno cuenta 483 años, y cada año de 360 días cada uno, (de acuerdo al almanaque Hebreo y Babilonio) un total de 173,880 días desde el primer día del mes de Nisán y del año 445 A.C. nos trae al día Domingo, Abril 6, del año 32 D.C. Ese mismo día, el que ahora nosotros celebramos como el Domingo de Ramos, Jesús entró a Jerusalén cabalgando sobre un asno y fue proclamado como el Mesías Príncipe (Zacarías 9:9 fue cumplido el mismo día).

Pero aún existe, un significado más profundo a la frase "El cumplimiento del tiempo..." El día Abril 6, del año 32 D.C. corresponde al día 10 del mes de Nisán en el almanaque Hebreo. En ese día el cordero de la Pascua sería sacado de la manada y puesto bajo observación por cuatro días para asegurarse que estaba "sin defecto alguno". Durante estos mismos cuatro días, Cristo, a quien Juan el Bautista había proclamado como "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29), era también puesto en observación ante la nación de Israel. En el día 14 del mes de Nisán "la comunidad de Israel en pleno lo sacrificará (al cordero) al caer la noche (entre las 3:00 y las 6:00 P.M.)" (Éxodo 12:6). ¡Fue en ese momento preciso que Jesús murió en la cruz !

Es fascinante como Dios usa los decretos del hombre y aún su maquinaciones en contra del Mesías, para así cumplir Su Palabra. Los rabinos habían determinado no arrestar a Jesús durante la fiesta de la Pascua "para que no sea haga alboroto del pueblo" (Marcos 14:2). Pero aún así, esa era la fecha en que Él tenía que morir. Judas no solamente fue usado por Satanás sino también fue usado por Dios. Aún las "treinta piezas de plata" que Judas astutamente había obtenido cumplió otra profecía (Zacarías 11:12-13). Mientras que Pedro declaraba en su sermón el día de Pentecostés "Éste fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y por medio de gente malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz" (Hechos 2:23), Pablo escribió: "nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros" (1 Corintios 5:7).

El día 14 del mes de Nisán empezó, como todos los días judíos empezaban, a la puesta del sol en el atardecer del día Miércoles. Esa noche Jesús y Sus discípulos tuvieron "la última cena" en el aposento alto donde estaban preparando para tener la cena de la pascua la noche siguiente. Durante esta cena "antes de la fiesta de la pascua" (Juan 13:1), Jesús le dijo a Sus discípulos, "uno de vosotros me va a entregar" (Juan 13:21). Temprano en el mismo día Él dijo algo más significativo, "Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy" (Juan 13:19). Jesús estaba declarando, una vez más, a Sus discípulos que Él era Jehová, el YO SOY de Israel, quien les dice de antemano lo que va a ocurrir y se asegura que esto suceda (Isaías 46:9-10).

Arrestado por las tropas dirigidas por Judas esa noche en el Jardín de Getsemaní, Cristo fue llevado secretamente al palacio de Caifás, el sacerdote supremo. Después de una parodia de juicio, con testigos falsos llamados apuradamente y reunidos después de la medianoche, Cristo fue condenado a muerte mientras que venía el amanecer del día siguiente. Poco después, el gobernador Romano, Poncio Pilato, fue notificado de la emergencia. Llevándolo apuradamente por las calles secundarias de la ciudad, el prisionero fue recibido en "la hora tercera" (Marcos 15:25), acerca de las 9 de la mañana, del día 14 del mes de Nisán. Por todo Israel estaban las preparaciones para matar al cordero de la pascua, que iba a ser comido esa noche.

En la ciudad de Jerusalén había mucha gente y también mucho alboroto y había algo excitante en la atmósfera. Consciente de las relaciones públicas, Pilato consultó a sus siempre volátiles ciudadanos para que ellos decidieran el destino del prisionero. Incitados por los rabinos, la multitud que clamaba por sangre dio rienda suelta a sus instintos hacia aquel quien milagrosamente había sanado y alimentado a tantos de ellos. "¡Crucifícale, crucifícale!" (Lucas 23:21). "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25). El eco del horrible clamor se pudo escuchar a través de las angostas calles de Jerusalén.

Poco antes del medio día, los soldados había terminado con su vicioso y depravado deporte. Jesús, azotado y golpeado hasta el punto de ser irreconocible fue llevado a través de la frenética y chillante muchedumbre afuera de la ciudad al "Lugar de la Calavera" (Marcos 15:22). Al mediodía, aquel quien Jerusalén, en cumplimiento de la profecía, había aclamado el domingo anterior como su esperado Mesías, estaba ahora colgado, desnudo, en vergüenza y en agonía, en una cruz, en medio de dos ladrones. ¡El hombre había crucificado a su Creador! Ángeles reaccionaron en pleno horror y el sol escondió su faz.

Durante las tres horas siguientes de aquel jueves en la tarde, la tierra se oscureció misteriosamente (Mateo 27:45) cuando Dios "cargó en Él el pecado de todos nosotros" (Isaías 53:6). ¿Jueves? ¿No fue "Viernes Santo"? Por supuesto que no. Jesús mismo había dicho "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mateo 12:40; Lucas 16:22). El evangelio incluye la declaración que Cristo "resucitó al tercer día" (1 Corintios 15:4).

Obviamente, si Cristo hubiera sido crucificado el día viernes, no hubiera sido posible que Él hubiera estado tres días y tres noches en la tumba hasta el domingo en la mañana. Se nos ha dicho específicamente que el ángel removió la piedra "al amanecer del primer día de la semana" (Mateo 28:1). La tumba ya estaba vacía en ese entonces, así que Cristo ha debido haber resucitado antes del amanecer.

Y aún así, el mito del "Viernes Santo" durante la crucifixión persiste, con mucho ritual y dogma elaborado encima de tal obvia equivocación. Sabiendo esto, tenemos suficiente evidencia de lo que la Iglesia Romana ha manufacturado y promovido acerca de esta mentira para también poner en duda el resto de su doctrina a la que afirma con igual dogmatismo. ¿Y qué podemos decir de los Protestantes que, por millones, aceptan deseosamente este error?

Miércoles, jueves, viernes ¿es eso realmente importante? ¡Por supuesto que sí! El día de la crucifixión de nuestro Señor es de suma importancia. Si Cristo no pasó tres días y tres noches en la tumba, entonces quiere decir que Él mintió. Además, Su muerte, para que la profecía sea cumplida, tiene que haber ocurrido al mismo tiempo que el cordero de la pascua estaba siendo sacrificado en todo Israel. Es una realidad astronómica que el día 14 del mes de Nisán del año 32 D.C. fue el día jueves.

"Era la preparación de la pascua...entonces los judíos... a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo... rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí" (Juan 19:14, 31). ¡Esperen! "Tampoco se le quebrará ningún hueso al animal sacrificado" (Éxodo 12:46) o del Mesías (Salmo 34:20). Sin saber porqué lo hizo "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza" (Juan 19:34), cumpliendo aún otra profecía "y mirarán a mí, a quien traspasaron" (Zacarías 12:10).

Juan explica que el "día del reposo" que empezó a la caída del sol el día Jueves que Cristo fue crucificado era "de gran solemnidad"(Juan 19:31). Era, en realidad, el primer día de la fiesta del Pan sin Levadura, de la cual el primer y el último día eran días especiales durante los cuales no se podía hacer ninguna clase de trabajo. Ese día de reposo "de gran solemnidad" terminó el día Viernes a la caída del sol y fue seguido inmediatamente por el día de reposo semanal, que terminaba a la caída del sol en el día Sábado. Por lo tanto, dos días de reposo tomaron lugar después de la muerte de Cristo, impidiendo que las mujeres vinieran a la tumba hasta el tercer día, que era el Domingo en la mañana.

Los rabinos pensaron que al crucificar a Jesús podían probar que Él no era el Mesías. En realidad, eso fue una prueba más que Él era el Mesías. El haber tomado sus vestimentas como suvenir, el haber sorteado su túnica y haberle dado vinagre para beber, los soldados sin pensarlo añadieron más prueba al cumplimiento de aún más profecías (Salmo 22:18; 69:21). Los clavos que penetraron Sus manos y Sus pies por los soldados Romanos y la lanza que le abrió el costado y que derramó sangre para nuestra redención, todo esto ha sido en cumplimiento de las profecías.

Es imposible mantenerse honestamente escéptico después que uno compara lo que los profetas han dicho en los archivos históricos de Jesucristo, desde la cuna a la Cruz. La prueba de la Resurrección, que vamos a dejarlo para otra ocasión, es aún más poderosa. Tenemos razones muy sólidas para mantener nuestra fe en Cristo. El poseer conocimiento de las realidades aumenta nuestro gozo y nos da valor para presentar el evangelio con audacia y con convicción.

Título en inglés: "The Cradle and the Cross". © Periódico Publicado en diciembre del 2009 escrito por Dave Hunt