MEDITAR EN LA PALABRA DE DIOS | thebereancall.org

TBC Staff

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9:23-24).

A medida que leemos las Escrituras, con demasiada frecuencia podemos ir a un ritmo que nos hace pasar por alto no solo sus enseñanzas más profundas, sino también algunas verdades muy claras y simples. Esa puede ser la razón por la que las Escrituras nos exhortan a meditar en la Palabra de Dios. La meditación bíblica, como espero que todos sepamos, es lo opuesto a la meditación oriental.

La meditación bíblica es pensar profundamente, razonar a través de las Escrituras de acuerdo con Isaías 1:18, obtener una mejor comprensión de lo que Dios nos está comunicando. La meditación oriental es el despejar la mente de todo pensamiento, convirtiéndola en una pizarra en blanco que puede generar una invitación al reino demoníaco.

El leer el Libro de Jeremías a un ritmo algo apresurado puede lograr una meta personal de completarlo en un determinado período de tiempo, pero al mismo tiempo podemos no darnos cuenta de algunas cosas importantes que el Señor ha comunicado.

Si hay una ventaja en envejecer, sería el hacer las cosas más lentamente y eso es probablemente la condición que muchos de nosotros experimentamos. Por supuesto, es una desventaja las consecuencias físicas del envejecimiento, pero en este caso lo que tengo en mente es envejecer en el Señor y tener una mayor apreciación de lo verdaderamente maravilloso que es Él. En cierto sentido, es más que simplemente apreciar lo que está a nuestro alrededor. Es el hecho de estar prestando más atención a ciertas cosas que podríamos haber pasado por alto o no haberles tomado con la seriedad que se merecen.

De eso se trata la meditación bíblica. "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:2). ¡Esa actividad no solo es para el deleite del meditador, sino que también deleita al Señor! El apóstol Pablo animó a Timoteo a leer la Palabra de Dios y exhortar a otros a hacer lo mismo: "Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Timoteo 4:15).

Hagamos un cierto ejercicio, meditemos en Jeremías 9:23-24 y comencemos con "Así dijo Jehová". Eso nos dice claramente que lo que estamos leyendo es la Palabra de Dios. Esa frase y otras, como "la palabra del Señor vino a mí" se encuentran miles de veces en toda la Biblia. Cada vez que se usan esas frases, se nos dice que es Dios mismo hablando específicamente a un individual o colectivamente a un grupo de personas o a una nación. También incluye a aquellos que leen Su Palabra en un tiempo futuro.  

Nuestro Dios infinito está comunicando lo que Él quiere que Sus seres finitos creados sepan. ¿Qué tan importante es ese reconocimiento? A veces, cuando se nos dice una amonestación, la persona agrega: "No lo tomes como algo personal". Ya sea una amonestación, una exhortación, un estímulo o cualquier otro caso, cuando leemos "Así dijo Jehová", debemos tomarlo personalmente. ¡La Persona de nuestro Señor y Dios se está comunicando con nosotros!

Sin embargo, con demasiada frecuencia en nuestros días, si le dijera a alguien que recientemente había recibido una nota de Dios, me encontraría con mucho escepticismo por varias razones. ¡Probablemente pocos se darían cuenta de que  lo que estoy diciendo es que la nota que leí recientemente de Él es lo que Él ha comunicado en la Biblia a todos los que leen la Biblia!

Parte del escepticismo general proviene de aquellos que son conscientes de las personas que afirman que literalmente están escuchando de Dios de manera continua y personal. No es que no creamos que eso podría suceder (aunque no hay ningún ejemplo en las Escrituras de que eso tenga lugar excepto entre Jesús y Dios el Padre).

De hecho, encontramos que eso mismo está siendo enseñado por una maestra muy influyente entre las mujeres: Beth Moore. Ella alienta a sus seguidores a participar en conversaciones íntimas y en tener un diálogo constante con Jesús, que ella afirma tenerlo continuamente.

¡Uno debe preguntarse qué "Jesús" dice estar escuchando! Moore declara que su Jesús la llama "Bebé" y "Querida" y se une a una conversación juguetona con ella. Sarah Young también afirma tener una comunicación personal continua con el "Jesús", que ella describe en su libro “Jesús está llamando” (Jesus Calling). Basado en lo que su Jesús habla, ¡está claro que él no es el Jesús bíblico! Además, ni siquiera Daniel, a quien se le llama "amado de Dios", tenía un diálogo continuo con el Señor. ¡Incluso tuvo que esperar veintiún días para la respuesta de Dios a su solicitud de ayuda (Daniel10:12-13)!

Los hombres por su parte no son absueltos de este engaño de comunicación, incluso hasta el punto de apoyarlo con una práctica herética que existe principalmente entre aquellos que se adhieren al movimiento super-carismático llamado Palabra/Fe.    

Afirman que Dios se comunica con los cristianos de dos maneras diferentes hoy en día. Uno se conoce como “rhema”, el otro como “logos”. El primero es literalmente escuchar de Él, mientras que el segundo es la palabra escrita. Cuando las comunicaciones están en conflicto entre sí, se dice que la información recibida por “rhema” es la que debe tener autoridad sobre  la   comunicación obtenida por escrita o “logos”. ¡Eso es completamente falso! De hecho, ambos términos se usan indistintamente a lo largo de las Escrituras.

Dejando a un lado esas tergiversaciones de las Escrituras, me preocupa que con demasiada frecuencia pasemos por alto la frase "Así dice el SEÑOR" lo cual nos dice que Dios, el Creador del universo, el Rey de reyes y el Señor de señores, ¡nos está hablando! Una de las razones de este descuido es que el Adversario ha sembrado confusión entre los cristianos en lo que respecta a lo que la Biblia realmente nos dice.  

A veces cuando estoy platicando con personas que profesan ser cristianos y expresan puntos de vista acerca de la Biblia que indudablemente son equivocados, a menudo les hago ciertas preguntas concernientes a la Biblia, como, ¿quién es el Autor? ¿Es inerrante? ¿Es su autoridad, y creen lo que nos dice en 2 Pedro 1:3: " Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad"?  

Esa conversación generalmente brinda una gran oportunidad para ayudar a un creyente, especialmente a un converso reciente, a escudriñar las Escrituras para obtener comprensión bíblica con respecto a cosas que no han leído o sobre las cuales están confundidos.

Esa confusión a menudo incluye si la Biblia es, únicamente la Palabra de Dios, o es parcialmente de Dios, o si contiene contribuciones humanas en varios lugares.

El número de diferentes traducciones, que no le hacen justicia a la Palabra de Dios, traen un mensaje desordenado y egocéntrico, que pueden distraer a los lectores de la Biblia del hecho de que la Palabra de Dios es Su Palabra. Por lo tanto, es inerrante, lo que significa que es completamente confiable.

"Jesús … dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4). "Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan” (Proverbios 30:5). Por lo tanto, tomarnos el tiempo para meditar en la simple frase, "Así dice el SEÑOR” nos permitirá comprender mejor y recibir lo que sigue, ¡especialmente el reconocimiento de que contiene instrucciones provenientes de Dios mismo!

“No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová…”  

En las propias palabras de Dios, Él está subrayando el principal problema de la humanidad: su sabiduría, su poder, sus riquezas... ¡Es el “yo” que no solo está a la raíz del pecado dominante de la humanidad, sino que se promueve en el mundo como la solución a todos los problemas de la humanidad! El “yo” es la raíz del asesoramiento psicológico.

También es la parte central de la llamada psicología cristiana, que es el intento de integrar las enseñanzas del anticristo de Segismundo Freud, Carl Jung, Abraham Maslow, Carl Rogers y sus compañeros discípulos con las enseñanzas de la Palabra de Dios.

En las décadas de 1970 y 80, aquellos líderes que profesaban ser cristianos rechazaron la suficiencia de las Escrituras y recurrieron a los psicoterapeutas seculares por sus teorías impías. Uno de esos psicólogos cristianos explicó: "Fueron los psicólogos humanistas, Abraham Maslow y Carl Rogers, quienes nos enseñaron por primera vez la necesidad del amor a sí mismo y la autoestima".

Podría decirse que el psicólogo cristiano más influyente de ese período de tiempo, el Dr. James Dobson, declaró: "Si pudiera escribir una receta para las mujeres del mundo, le recomendaría a cada una de ellas una dosis saludable de autoestima y valor personal (tomada tres veces al día hasta que los síntomas desaparezcan). No tengo ninguna duda de que esta es su mayor necesidad".  

¿La mayor necesidad? A esa conclusión no se llegó meditando en la Palabra de Dios o incluso leyéndola casualmente. No hay ningún versículo que se pueda encontrar que respalde tal afirmación, sin embargo, la creencia en el valor de la auto-gloria (también conocida como amor propio y autoestima) sigue siendo un bastión engañoso en el cristianismo de hoy.

“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme…” 

Comprender y conocer a Dios es la forma más importante de tomar conciencia de nuestro nivel inferior ante el gran "YO SOY". Cualquier intento de hacer una comparación de autopromoción es tanto el colmo de la rebelión como también un acto de locura.

Sin embargo, eso no impidió que Lucifer en el cielo declarara que "sería como el Altísimo" (Isaías 14:14), ni impidió que Eva comprara la mentira de que ella podría ser como Dios (Génesis 3:5). Ambos deseos auto orientados precedieron y luego provocaron el pecado, primero para algunos seres angelicales y después para toda la humanidad.

Comprender y conocer a Dios solo puede ocurrir a través de la habilitación del Espíritu Santo después de que una persona nace de nuevo, lo cual también es necesario para que cualquiera pueda meditar en la verdad de la Palabra de Dios.

Como el apóstol Pablo escribió a los Efesios: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,  alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza…” (Efesios 1:15-19).

Juan el amado agrega: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20).

Esos versículos y muchos más refutan la mentira del Movimiento Contemplativo que está ganando seguidores dentro de la iglesia. Aunque Isaías 1:18 declara "Venid razonemos juntos….," estos llamados cristianos profesan que no podemos conocer a Dios a través de nuestra razón, sino sólo a través de una experiencia mística. La lista de Cristianos profesantes influyentes que promueven este error y otros es enorme y aumenta diariamente. 

La tal lista incluye a Richard Foster y su ministerio Renovaré, Beth Moore, John Piper, Rick y Kay Warren, Max Lucado, Larry Crabb, el difunto Dallas Willard, Brian MacLaren, Tony Campolo y muchos, muchos más. El enfoque meditativo que defienden se deriva de las prácticas de los Padres Católicos Romanos del Desierto, y está claramente arraigado en el misticismo oriental, cuyo objetivo es unirlo con Dios. También es la creencia central de la religión del Anticristo (2 Tesalonicenses 2:4).

Como ya hemos mencionado, la Palabra de Dios nos exhorta a meditar en lo que Dios mismo nos ha comunicado. Esa es la única manera en que nosotros, como creyentes, podemos conocerlo mejor y fortalecernos en nuestra relación con Él. ¿De qué otra manera podemos amarlo verdaderamente con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra fuerza y con toda nuestra mente, excepto que debemos sumergirnos en Su Palabra (Lucas 10:27)?

Él proclama: “yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra…”   

Al conocer Su carácter, meditamos en los numerosos versículos en los que Él ejerce la bondad amorosa. Salmo 143:8 nos dice: "Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma”. Estudiamos las diferentes maneras en que Él ejecuta el juicio y aprendemos que Sus juicios siempre son justos. Juan 7:24 nos dice: "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”.  

“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”.  

Finalmente, al meditar en lo que Dios mismo ha comunicado, encontramos que esa actividad gozosa no solo aumenta nuestra comprensión y conocimiento de Él, sino que deleita a Aquel que “a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores” (1 Timoteo 6:15).  “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

TBC