CATÓLICOS ROMANOS: EL CAMPO MISIONERO EN NUESTRO VECINDARIO | thebereancall.org

McMahon, T.A.

Hace treinta y cinco años que fui liberado de la esclavitud del Catolicismo Romano. Esto puede que suene un poco cruel para muchos evangélicos de hoy en día pero de todas maneras es la verdad como pueden testificar todos aquellos ex-católicos que han sido salvados por la fe en Cristo solamente.  ¿Por qué nosotros que hemos sido Católicos afirmamos haber sido liberados de una esclavitud? ¿No es esto un insulto dirigido a una iglesia Cristiana establecida desde hace mucho tiempo y con más de un billón de feligreses? ¿Y no es realmente una realidad para todos ellos?  Aquellos que crecieron en la iglesia Católica, como fue mi experiencia por treinta y pico de años, saben muy bien lo que significa el haber estado en una esclavitud espiritual.  Y la realidad de tal esclavitud espiritual es demostrada simplemente cuando uno compara el evangelio del Catolicismo Romano y su proceso de salvación con el evangelio bíblico.

El evangelio de Roma es un proceso de obtener salvación por obras.  Empieza con el Sacramento del Bautismo, un acto que de acuerdo a la Iglesia Católica embarca a una persona (la mayoría de los cuales son bebés) en su camino hacia el cielo.  A través de este proceso, el individuo debe seguir el camino trazado por la iglesia manteniéndose en un estado de gracia santificada. El Catolicismo ofrece una multitud de sacramentos y obras las cuales los católicos son motivados e incitados a practicar.  En el momento de la muerte, un católico tiene que estar en un estado de gracia santificada para así poder ingresar al Purgatorio, un supuesto lugar de fuego purificante donde los últimos vestigios del pecado supuestamente son removidos antes de que uno entre al cielo.

Si puedo relatar mi historia personal por un momento pudiera decir que es muy similar a billones de almas, muchas de ellas puede que sean sus familiares, vecinos, asociados de trabajo, compañeros de escuela y amistades (los Católicos forman parte de un cuarto de la población en los Estados Unidos).  Cuando yo era todavía un bebé fui llevado a un sacerdote y ante la presencia de un padrino y de una madrina recibí el sacramento del Bautismo, y tal acto me introdujo a la Iglesia Católica y me puso en un sendero dirigido al cielo.  El sacramento del Bautismo me limpió del pecado original y me dio una gracia santificada. En ese entonces los Católicos nunca usábamos las palabras "nacido de nuevo" con referencia al Bautismo, pero hoy en día, muchos Católicos se refieren al Bautismo de tal manera (obviamente, eso no es lo que las Escrituras enseñan acerca de el haber "nacido de nuevo").

Hipotéticamente hablando, si mis padrinos hubieran tenido un accidente y si yo me hubiera caído en el agua bendita y me hubiera ahogado inmediatamente después de mi Bautismo, yo me hubiera ido derecho al cielo, sin necesidad de ir al Purgatorio, derecho a la presencia de Dios. Esto es explicado por las enseñanzas de la Iglesia que solamente los que no tienen pecado van al cielo. Un bebé es manchado solamente por el pecado original, el cual es removido en el momento del Bautismo. Por lo tanto, el Purgatorio no es necesario para un bebé bautizado quien muere en infancia.

Indudablemente va a llegar el tiempo en que un niño añade sus propios pecados a su alma.  Cuando uno llega a ese punto y comete lo que la iglesia llama un pecado mortal el proceso del camino hacia el cielo es parado en seco. El pecado mortal produce un corto circuito en el proceso espiritual, condenando a la persona al infierno. Cuando el niño llega a la edad en que la iglesia lo considera capaz de cometer un pecado mortal, dos sacramentos son hechos disponibles: Penitencia y Eucaristía.

El Sacramento de la Penitencia me habilita a confesar mis pecados a un sacerdote, el cual  por la autoridad dada por la Iglesia,  es el único que puede absolver a los católicos de sus pecados mortales.  Yo hice mi primera confesión a la edad de siete años e inmediatamente después hice mi Primera Santa Comunión, también conocida como la Eucaristía.  Yo fui informado que estaba comiendo y bebiendo el "cuerpo y sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo, bajo la apariencia del pan y del vino".  Tal ritual me infundió gracia santificada y restauró el proceso de mi camino hacia el cielo.

Es ese instante en la vida de un niño católico es cuando se hace presente el Purgatorio.  Aunque el sacerdote me ha absuelto de mis pecados (los pecados serios son conocidos como pecados mortales y los pecados menos serios son conocidos como pecados veniales) durante el momento de la confesión, tales pecados aún así necesitan ser expiados o el pago por tales pecados tiene que hacerse. Esto es hecho por "actos de penitencia".  La enseñanza Católica es que todos los pecados tienen que ser pagados a través de castigos purificantes. 

El Concilio del Vaticano II explica:

"Los pecados deben ser expiados.  Esto tiene que hacerse en esta tierra a través de las penas, miserias y pruebas en esta vida y por sobre todo a través de la muerte.  De otra manera la expiación debe hacerse en la otra vida a través de fuego y tormento o castigos purificantes...En el Purgatorio las almas de estos individuos...quienes no han hecho la pena adecuada por sus pecados y por sus omisiones serán limpiados después de la muerte con castigos diseñados para purgar tal deuda".

¿Dónde aparece Jesús en relación a la expiación de los pecados?  La Iglesia Católica Romana opina que la expiación de Cristo es útil y de cierta ayuda pero no es completamente suficiente.  "Se necesitan “ayudas" adicionales:

"Nosotros somos habilitados a través de Jesucristo para hacer satisfacción delante de Dios, el Padre, no solamente por los castigos impuestos voluntariamente por nosotros mismos, o por los castigos impuestos por el sacerdote de acuerdo a la medida de nuestra ofensa, sino también...por las aflicciones temporales impuestas por Dios hacia los pecadores.

Los santos canonizados por la iglesia Católica también contribuyen a la expiación de los pecados de otros:

"Los santos han llevado sus cruces para hacer expiación por sus propios pecados y por los pecados de otros. Ellos estaban convencidos que podían a ayudar a sus hermanos  obtener salvación de Dios quien es el Padre de misericordias ... Indudablemente, las oraciones y las buenas obras de la gente santa han sido consideradas de tan gran valor que se puede asegurar que el penitente ha sido lavado, limpiado y redimido con la ayuda de toda la gente Cristiana".

Aquí citamos una vista panorámica e histórica de todo esto, nuevamente proveniente del Concilio Vaticano II:

"Desde los tiempos antiguos, en la iglesia, las buenas obras fueron siempre ofrecidas a Dios para la salvación de los pecadores, especialmente las obras (sufrimientos y miserias) que la debilidad humana ve esto como algo bastante difícil".

Yo recuerdo en ir a confesión el día sábado para así poder recibir el sacramento de la Eucaristía el día Domingo.  Mi vida como católico era como una montaña rusa, como un ciclo de ascendencia al cielo y descendencia al infierno.  Para mantener la parte ascendiente yo tenía que añadir cualquier buena obra para así mantenerme en un estado de gracia santificada, obras como: rosarios, novenas, estaciones de la cruz, horas sagradas de Eucaristía, medallas benditas, escapularios, indulgencias, sufrimientos personales, apelaciones a María, oraciones a los santos pidiendo ayuda, etc.  Lo máximo que yo podía pedir era que pudiera morir en un estado de gracia, mientras estuviera en el proceso de ascendencia, subiendo una escalera espiritual. Sabía que tenía que pasar mi tiempo de sufrimiento en el Purgatorio, pero eventualmente iría al cielo, o así yo lo esperaba.

¿Cómo iba a resultar el final de mi vida?  No lo sabía y ni tampoco había nadie que me lo pudiera asegurar.  El hecho de que alguien podría asegurar que va a ir al cielo era indudablemente como si éste comprara un boleto para ir al infierno.  Eso era el colmo de la arrogancia, eso era considerado un pecado mortal, el cual algunas veces se lo identificaba como pecado de presunción o atrevimiento.  Ni siquiera el Papa sabe y eso que él es llamado el Vicario de Cristo, y que literalmente significa el representante de Cristo aquí en la tierra.  Pero ni él sabe.  Lo mejor que un Católico puede hacer para mejorar sus probabilidades de salvación y por consiguiente de ir al cielo es cumpliendo con todo lo que la Iglesia le dice que haga.

Existe un elemento crucial que hay que tener en cuenta y es que la obediencia a la Iglesia es crítica para que un católico pueda ir al cielo.  Ahora, algunos lectores pueden estar pensando acerca de católicos que ellos conocen y quienes no están de acuerdo con todo lo que la iglesia Católica enseña.  Esas personas son a veces referidas como "los Católicos de Cafetería", que indica que tales personas escogen lo que ellos quieren obedecer.  Ellos pueden decir que realmente no creen en ciertos dogmas de la Iglesia, pero eso no cambia las enseñanzas de la Iglesia, o su obligación a la Iglesia o las consecuencias de desobediencia, es decir, si las enseñanzas de las iglesia son verdaderas.

Muchos católicos dicen que ellos no creen en la obtención de indulgencias (la remisión del castigo temporal debido al pecado), ellos están convencidos que el uso o que cualquier referencia a las indulgencias fue totalmente eliminado hace 500 años.  Eso no es verdad. El catecismo actualizado o el más moderno que existe en la actualidad apoya contundentemente la declaración hecha por el Concilio Vaticano II que "enseña y ordena que el uso de indulgencias, un uso que es benéfico a los Cristianos y que es aprobado por la autoridad de la Sagrada Iglesia, debe mantenerse vigente en la Iglesia; y condena con una anatema (maldición espiritual eterna) todo aquel que dice que las indulgencias son innecesarias o de que la Iglesia no tiene el poder o la autoridad de dispensarlas".

Anatema, a propósito, significa ex-comunicación. En otras palabras, aquellos que no creen lo que la Iglesia enseña en este tema son condenados al infierno.

Lo que muchos Católicos no se dan cuenta es que ellos deben creer todo lo que el Papa y el Magisterio, es decir la infalible cátedra de enseñanza de la Iglesia, declaran como maestros de la fe.

"El cristiano (es decir, el católico) fiel... está obligado a obedecer lo que los pastores sagrados... declaran como maestros de la fe o lo que ellos determinan como líderes de la Iglesia".

"Esta sumisión leal de la voluntad y del intelecto debe ser dadas, en una manera especial, a la enseñanza auténtica y a la autoridad del Sumo Pontífice Romano aun cuando él no hable de asuntos espirituales, de todas maneras su enseñanza suprema y autoridad debe ser respetada, y uno debe sinceramente adherirse a las decisiones dictadas por él".

"Los obispos cuando están reunidos en un concilio ecuménico, están obrando y representando a la Iglesia Universal, y son maestros y jueces en asuntos de la fe y de morales y cuyas decisiones deben ser adheridas con un acto de lealtad y de obediencia de parte de los feligreses...Cuando el Pontífice Romano, o el cuerpo de obispos reunidos con él, definen una doctrina, ellos lo hacen en conformidad con la revelación que ellos han recibido y por lo tanto todos están obligados a adherirse y están también obligados a someterse..."

El rehusar a someterse a los dictados de la Iglesia Católica Romana,  de parte de un católico, es un pecado mortal.

Es de esperar que ustedes los lectores, hayan estado tomando nota de las enseñanzas de la Iglesia Católica que se han presentado en esta publicación y también pueden  compararlas con lo que ustedes creen como Cristianos Bíblicos.  Si lo han hecho se darán cuenta que mucho de esto está relacionado con la salvación.  Ahora,  enfoquemos específicamente en las enseñanzas oficiales de la Iglesia de Roma en lo que se refiere a la salvación eterna en contraste con el evangelio bíblico.

El evangelio de acuerdo a la Palabra de Dios nos dice que somos salvados por la gracia a través de la fe, que la salvación no es obtenida por obras sino que es un regalo de Dios, como nos dice el libro de Efesios 2:8-9.

Somos justificados, es decir, reconciliados con Dios por la fe solamente.  Jesús dijo, "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna." (Juan 6:47). Solamente Jesús  es nuestro Salvador.  No existe otro Salvador (Isaías 45:21).  Ni tampoco existe otro quien pueda contribuir a nuestra salvación.  "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12).  Este es un testimonio de las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis.

Si usted tiene relaciones con personas que fueron católicas, puede que escuche lo siguiente: "Yo nunca escuché el evangelio cuando era católico".  En realidad fue un cierto tiempo después que yo fui salvo que me puse a pensar que los Católicos nunca escuchan el evangelio porque la Iglesia no entiende el evangelio bíblico.  El evangelio bíblico está perdido entre todos los rituales y la liturgia.  Pero lo que yo también me di cuenta fue que el Magisterio de la Iglesia Católica Romana, es decir, la autoridad docente o magisterial, la máxima autoridad de enseñanza, sí  entiende el evangelio con claridad y lo articula aún mejor que muchos evangélicos de hoy en día, pero también lo condena.

De acuerdo al infalible Concilio de Trento, Sexta Sesión, Canon 9:

"Si alguien dice que ... el pecador es justificado por fe solamente, es decir, que nada más es requerido para obtener la gracia de justificación ... ese individuo sea anatema."


Sexta sesión, Canon 12:

"Si alguien dijere que...la fe justificadora es la misma confianza en la misericordia divina que perdona los pecados por el amor de Dios, o que esta confianza es lo que todo lo que uno necesita para ser justificados, que este individuo sea anatema".

Sexta sesión, Canon 30:

"Si alguien dijera que... después del recibimiento de la gracia de justificación la culpabilidad es eliminada y que la deuda de sufrimiento eterno es eliminada para cada pecador que se arrepienta y que ninguna otra deuda de castigo temporal quede en existencia ya sea en este mundo o en el purgatorio antes que uno vaya al cielo, este individuo sea anatema”.

Séptima sesión, Canon 4:

"Si alguien dijere que los sacramentos de la Nueva Ley (decretos canónicos de la Iglesia) no son necesarios para la salvación y que sin ellos los hombres pueden obtener por fe solamente la gracia de justificación ... este individuo sea anatema".

Eso es exactamente lo que la Iglesia Católica ha venido promoviendo desde los años 1500s.  El Concilio de Trento fue una respuesta directa a la Reforma.  No ha habido ningún cambio substancial en el dogma Católico desde ese tiempo, ni tampoco podría haber ocurrido algún cambio, dada la creencia de la Iglesia en su propia infalibilidad. Para poder cambiar una enseñanza infalible decretada por un Concilio infalible o un Papa infalible, significaría el rechazo de una doctrina infalible lo cual podría debilitar y quebrantar toda la jerarquía del sistema Católico Romano.

Desde el tiempo en que yo nací nuevamente (hace treinta y cinco años) hasta el día de hoy, he observado un cambio grave en la actitud de los evangélicos con referencia a los católicos romanos.  Esto puede haber ocurrido debido al acondicionamiento de los eventos de los últimos años como las cruzadas de Billy Graham, el movimiento llamado "Los Cumplidores de Promesas", la alianza llamada  "Evangélicos y Católicos Unidos", el movimiento "la Misión Cristiana en el Tercer Milenio", "La Espiritualidad Contemplativa", el "Renovamiento Católico Carismático", la película llamada "La Pasión de Cristo" y el "Movimiento de la Iglesia Emergente", entre muchas otras influencias.  Analizando todo esto llegamos a la conclusión que muy pocos creyentes reconocen las consecuencias eternas del evangelio falso que creen los Católicos.  Gracias a Dios que eso no fue la manera de pensar de aquellos que me ministraron hace tres décadas, ya que ellos estuvieron muy al tanto de que yo estaba al borde de ser separado de Dios para siempre.

Trágicamente, muy pocos creyentes en Norte América entienden que estamos en el medio o en el centro de un campo misionero justamente donde nosotros vivimos.  Mucha de tal ignorancia puede ser atribuida a la influencia de muchos líderes evangélicos de nuestro día (trate de nombrar aunque sea dos líderes que hablen en contra del falso evangelio de Roma).  Pero aquí, en esta publicación, hemos expuesto algo que provoca una interrogante que está dirigida al mismo centro del problema: "¿Por qué tantos de aquellos que proclaman ser Cristianos bíblicos escuchan a líderes que no siguen la Palabra de Dios?"  La ignorancia individual de las Escrituras es un problema básico, como también es la falta de disposición, falta de voluntad, desgana  obedecer lo que la Palabra de Dios nos dice y nos ordena.

"Pero los Católicos aman a Jesús en la misma manera que nosotros lo hacemos", es el refrán que es muy común ahora entre muchos evangélicos.  Debe estar absolutamente claro, según el enfoque presentado con documentos oficiales mencionados en esta publicación, que la Iglesia Católica Romana predica un evangelio que rechaza el pago total que hizo Cristo por los pecados de la humanidad y lo reemplaza con un proceso de "salvación por obras". 

Trágicamente, la creencia en el Jesús del Catolicismo Romano no va a salvar a nadie.  Esta realidad se debe tener muy en cuenta en el corazón de cada creyente que participa y comparte con católicos, ya sean familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo.  

CATÓLICOS ROMANOS: EL CAMPO MISIONERO EN NUESTRO VECINDARIO  

Título en inglés: “Roman Catholics: The Neighborhood Mission Field”