EL SECRETO BÌBLICO PARA SUPERARSE PERSONALMENTE - Segunda Parte | thebereancall.org

McMahon, T.A.

Como lo hemos notado en la primera parte de estas series, todo individuo quiere mejorarse a sí mismo no importa cuál sea la situación, condición, imagen o cualquier otro aspecto de su personalidad que el individuo piensa que tal mejora hará su vida más feliz y placentera.  El mundo ofrece numerosas maneras para poder alcanzar tales metas, pero el éxito es efímero y casi no existente.

El enfoque bíblico, por otra parte, tiene, por su objetivo, no solamente la mejoría temporal sino también resultados eternos.  En Su Escritura, Dios le ha dado a la humanidad instrucciones que mejorar enormemente la condición personal de la persona aquí en la tierra así como también la preparará por la venidera recompensa eterna.  Siendo Creador,  Dios es el único quien sabe cada aspecto de cada ser humano, desde la más insignificante parte de nuestros cuerpos físicos a cada minúsculo pensamiento de nuestras mentes.  En otras palabras, no existe nada que Dios no sepa acerca de nosotros.  Por lo tanto, a medida que nosotros tratamos con las situaciones y circunstancias que tenemos diariamente, lo mejor que podemos hacer es acudir a quien nos conoce a la perfección.

De acuerdo al Manual del Fabricante (la Biblia) los primeros humanos, Adán y Eva, fueron creados a la perfección pero desobedecieron a Dios, lo cual dio como resultado la corrupción de sus naturalezas y posteriormente la naturaleza de sus descendientes (Romanos 5:12).  El pecado de nuestros primeros padres afectó su relación con Dios, separándolos a ellos y a toda la humanidad de Él, nuestro Creador, físicamente y espiritualmente y por toda la eternidad (Romanos 3:23;2 Tesalonicenses 1:7-9).  Pero aún así Dios en Su infinita misericordia envió a Jesús para que Él pagara la pena máxima e infinita requerida para que la humanidad pueda reconciliarse con Él.  El sacrificio de nuestro Señor satisfizo la justicia perfecta de Dios y preparó el camino para  todos aquellos quienes por fe aceptaran el pago que hizo Cristo por ellos, y  pudieran así recibir el regalo de la vida eterna (Romanos 6:23).

Aquellos quienes depositan su confianza en Cristo son nacidos nuevamente en forma espiritual. Su naturaleza ha cambiado,  del estado en que estuvieron, es decir, el estar esclavizados por el pecado y bajo la condena de Dios, a un nuevo estado que es el estar cerca a Dios y ser liberados de una vida controlada por el pecado.  Un Cristiano que ha nacido nuevamente espiritualmente, todavía retiene su vieja naturaleza y puede consecuentemente optar por pecar, pero al mismo tiempo su nueva naturaleza le impide o lo abstiene de pecar.  Aunque sus pecados - pasados, presentes y futuros - han sido pagados totalmente y completamente por nuestro Salvador Jesucristo y por lo tanto asegurándonos el destino eterno, cualquier pecado o pecados que el Cristiano pueda cometer indudablemente va a tener consecuencias temporales.  Estas acciones pecaminosas van a afectar su relación con el Señor, las respuestas a nuestras oraciones y su relación con otras personas.  Éste que peque va a cosechar lo que está sembrando, va a experimentar los efectos negativos de actividades inmorales, va a tener que sufrir las consecuencias por desobedecer las leyes civiles, etc., etc.

Estas consecuencias negativas pueden ser evitadas si uno simplemente obedece las instrucciones que la Palabra de Dios nos presenta.  Ese es el "secreto" de la superación personal bíblica, que es solamente un secreto en el sentido que muy pocos Cristianos conocen sus Biblias suficientemente para estar al tanto de las instrucciones de las Escrituras. Aún si un creyente estuviera deseoso de obedecer a Dios, no podría hacerlo si no sabe Sus instrucciones.

Esto nos lleva a lo que es lo más imperativo de la superación personal bíblica: necesitamos saber lo que Dios nos dice y eso puede ocurrir solamente si diligentemente leemos Su palabra. El hábito de leer las Escrituras diariamente no es solamente el mejor hábito que un creyente pueda tener, sino que también es algo crítico y de suma importancia para que el creyente tenga una vida fructífera en Cristo y adquiera una madurez constante en su relación con el Señor.

La superación personal bíblica, como ya lo hemos mencionado, está totalmente opuesta a lo que el mundo considera como superación personal.  El mundo ve el "yo" o "uno mismo" como algo que es básicamente bueno y no solamente eso sino que también el "yo" o  la auto-estima debe ser considerada como algo digno de ser muy apreciada y que hasta debe ser endiosada, de acuerdo a algunas religiones y a varias terapias psicológicas.  En contraste, la Biblia, considera al "yo" o al "uno mismo" como el principal problema de la humanidad, algo que es hereditariamente maligno, desde el momento que está dirigido y enfocado únicamente hacia la persona misma.  Aún entre muchos creyentes, es uno de los mayores obstáculos a una vida que debe ser dedicada a seguir a Cristo, lo que es el verdadero significado del Cristianismo.

En Mateo 16:24, Jesús declaró a Sus discípulos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame."  Absolutamente nada ni nadie debe existir o tener más importancia entre nosotros y el Señor.  Además, creyentes deben tener más consideración hacia otros que a ellos mismos.  Eso es lo que la Biblia enseña, y cuando nosotros hacemos lo que las Sagradas Escrituras nos enseñan, el efecto es que nuestras vidas temporales, ya sea como individuos, familia o iglesia, son transformadas porque nos estamos acercando más a Dios.

El  énfasis del Cristianismo bíblico es enfocado hacia otras personas, es dirigido hacia el bienestar del prójimo.  Jesús dio el ejemplo cuando nos dijo: "Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." (Mateo 20: 26-28). "Entonces Él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos"(Marcos 9:35).

El sacrificio de nuestro Salvador en la cruz fue el acto supremo de un amor incondicional, como Charles Wesley lo notó en su himno: "¡Amor increíble! Cómo puede ser posible, que tú, mi Dios, debas morir por mí?"  Jesús no solamente pagó un inconmensurable rescate por nuestra salvación sino que también Él nos dio un mandamiento que refleja su amor incondicional para nuestra relación con otros: "Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.  Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15: 12-13).

Muy a menudo nos enteramos de actos increíbles como el sacrificio personal cuando una persona da su vida por otra y no nos damos cuenta de las oportunidades que se nos presentan cada día de nuestras vidas, en las cuales podamos manifestar el amor incondicional que Jesús nos enseñó.  Jesús nos dio el ejemplo cuando Él lavó los pies de Sus discípulos: "Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.  De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.  Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis" (Juan 13: 12-17).

El lavar los pies a otra persona es indudablemente un maravilloso acto de humildad, pero el ejemplo que el Señor nos da es mucho más que eso.  Jesús nos está diciendo que el servir las necesidades de otros debe ser la regla para nuestras vidas.  El lavado de pies era una actividad bastante común cuando la manera principal de viajar en esos tiempos era el caminar por caminos de tierra y con sandalias.

Consideremos el versículo 17: " Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.  Este es el "secreto" del mejoramiento personal bíblico, el cual ha sido desplazado por nuestra manera moderna de pensar similar a la iglesia de Laodicea, humanista en forma e influenciada por la psicología moderna que es tan prevalente en nuestras iglesias de hoy en día.  La razón por la cual nuestras iglesias modernas no están "felices y contentas" es porque no estamos practicando lo que Jesús, nuestro Señor de señores y Rey de reyes, demostró y enseñó.  Las consecuencias de esta tendencia es que existe muy poca diferencia, estadísticamente hablando, entre los problemas del mundo y los del Cristianismo moderno.

Tomemos por ejemplo el divorcio entre creyentes.  Indudablemente la raíz del problema es el interés propio cuando personas en un matrimonio quieren disolver tal unión.  ¿Y qué podemos decir acerca  de los problemas que existen entre los miembros de una familia, esposo y esposa, padres e hijos, entre los mismos hermanos y hermanas? Cualquiera que sea el problema la causa es siempre la misma: "primero yo, segundo y tercero yo."  Ese el campo de batalla en el que estamos en nuestros días.  El Apóstol Pablo en sus cartas (inspiradas por el Espíritu Santo) describe la batalla con respecto del "yo," o al "uno mismo" o a la "auto estima," al mismo tiempo que también describe la condición de los combatientes.  Los problemas entre los Filipenses fueron causados por haber hecho cosas por su ambición egoísta y su engaño.  En su manera de corregir Pablo enfoca el tema del "yo" cuando dice: "No hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cual también por lo de los otros." "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús"(Filipenses 2:3-4, 21).

Una vez más, el ser un siervo del Señor, dándole la prioridad en nuestras vidas, sirviendo a otros y poniendo al prójimo antes que a uno mismo, son las órdenes para aquellos quienes han recibido el "increíble regalo" de vida eterna. Las Escrituras abundan con enseñanzas acerca del bienestar del prójimo:

"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuereis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). 

"Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a la honra, prefiriéndoos lo unos a los otros" (Romanos 12:10).

"Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada.  Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.  Porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo sino que, como está escrito: 'Sobre mí han recaído los insultos de tus detractores.'" (Romanos 15: 1-3).

"Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número" (1 Corintios 9:19).

"Ninguno busque su propio bien, sino el del otro" (1 Corintios 10:24).

"Como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos"(1 Corintios 10:33).

En la carta de Pablo a los Corintios, quienes estaban experimentando tendencias egoístas, él escribió una carta con mucha profundidad y muy significativa acerca del amor en la cual él dice que el amor verdadero "no busca lo suyo"(1 Corintios 13:5).  En otras palabras, el amor bíblico manifiesta su preocupación o enfoque en el bienestar de otros.  Los Corintios, durante los tiempos del Apóstol Pablo, no eran los únicos creyentes con el problema de "auto estima;" era algo característico de muchos creyentes en todas las iglesias, con excepción de la iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 3: 7-13) y otras de tendencias similares a través de la historia. Pero aún así Pablo profetizó de tiempos "peligrosos" antes de la segunda venida de Cristo cuando la característica principal en la tierra sería que "... habrá hombres amadores de sí mismos" (2 Timoteo 3: 1-2). 

Esta profecía no solo se ha manifestado en una manera imprecedente en los últimos 100 años, pero increíblemente se ha convertido en una falsa doctrina en la iglesia y es enseñada por muchos líderes evangélicos populares y Psicólogos Cristianos.  Este es un acontecimiento impactante teniendo en cuenta que muchos versículo Bíblicos enseñan exactamente lo opuesto.  Pero analizando otra profecía de Pablo, podemos ver cómo ha sido posible que tales enseñanzas (la auto estima, el amor propio, el amor a la imagen personal, el valor personal, etc.,) se hayan infiltrado en la iglesia: "Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír"(2 Timoteo 4:3).

Sin embargo, debemos notar que la profecía no determina el curso de eventos. El eterno conocimiento de parte de Dios acerca de eventos que irán a ocurrir no predestinan a individuos a realizar tales profecías en lo que se refiere a estos eventos.  El hecho que Dios ya tenga el conocimiento de antemano acerca de las obras de las generaciones presentes no absuelve a tales generaciones de dar cuentas de sus actos por las decisiones nefarias que han elegido.  Aunque los actos y las consecuencias del egoísmo de la humanidad son bastante explícitas y constantemente demostradas en nuestro tiempo actual, no quiere decir que los creyentes tengan que conformarse a estas manifestaciones o ser controlados por ellas.  La solución para prevenir que nuestras vidas sean afectadas por el maligno "amor a sí mismo" no es nada complejo ni difícil de entender o aplicar.  En realidad muchos de los problemas de la vida diaria pueden ser evitados implementando una palabra: ¡Basta!( o ¡Paren! o ¡Alto!).

La tentación puede venir, cualquiera que ella sea, y nosotros podemos caer en ella o ... no caer.  Podemos parar la tentación antes que ella se convierta en pecado. La solución de decir ¡Alto! puede que sea exagerada, pero muy a menudo nos desviamos de la verdad cuando ignoramos que el corregir al pecado o a un pecado potencial depende de nuestra voluntad o de nuestro libre albedrío.  La Escritura, por ejemplo, nos dice que debemos huir o alejarnos de la lujuria de nuestra juventud. Eso fue lo que hizo José cuando huyó de la esposa de Potifar quien lo estaba seduciendo. Nosotros no leemos que José se quedó parado esperanzado y orando que el Señor quite sus deseos sexuales mientras que la esposa de Potifar lo agarraba de su vestimenta.  Por supuesto que no.  El corrió, alejándose de ella, dejando su vestimenta. 

Santiago nos dice que debemos resistir al diablo. Pedro escribe que debemos resistir firmes en la fe.  Obviamente estamos capacitados para tomar opciones.  Nosotros elegimos servirnos a nosotros mismos y al pecado o servimos a Dios actuando en forma correcta.  Si optamos por servir a Dios en vez de servirnos a nosotros mismos, tenemos ayuda en la gracia de Dios, tenemos la verdadera sabiduría de la Palabra de Dios, y tenemos la ayuda del Espíritu Santo, las oraciones, el estímulo y la ayuda de nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

Aquí tenemos una corta lista para nuestra consideración y corrección:

(1) ¿Estoy haciendo decisiones basadas en lo que me complace a mí en vez de lo que complace al Señor? Este es un tema de amor propio: ¿Me amo a mí mismo más que a Jesús? Piense acerca de las situaciones y oportunidades que tenemos en nuestra vida personal para cometer pecado.

(2) En un matrimonio ¿Estamos dandonos preferencia a nosotros mismos en vez de hacerlo con  nuestros esposas o esposos, y en el proceso, estamos  tratando  a nuestra pareja con bondad amorosa, afección y respeto?

(3) ¿Cómo tratamos a nuestro prójimo? Cuando nos comunicamos con otros ¿lo hacemos con una lengua afilada, con sarcasmo, de manera insultante en vez de una actitud de aprecio?

En lo que se refiere a las primeras 3 preguntas debemos detener inmediatamente nuestra actitud negativa hacia otros.

(4) Como padres de familia ¿Estamos enseñando a nuestros hijos a obedecer las Escrituras y su aplicación para tratar a sus hermanos y a sus amigos?

(5) ¿Somos nosotros ejemplos para nuestros hijos en lo que se refiere a las instrucciones de la Biblia, los corregimos en forma coherente y en forma bíblica cuando ellos actúan en una manera egoísta hacia otros?

 Aunque esto es solamente la punta del témpano en lo que se refiere a la aplicación de la Palabra de Dios en nuestra vida diaria como Cristianos bíblicos, puedo garantizar que aunque en estas pocas preguntas y respuestas, cuando sean aplicadas de acuerdo a las Escrituras, van a tener un impacto transformador en nuestras vidas personales, en nuestras relaciones familiares, en nuestras relaciones fuera de la familia, en nuestros testimonios con personas que no son creyentes y lo que es más importante, nuestro crecimiento espiritual va a aumentar al mismo tiempo que nuestra relación personal con Jesucristo.  ¿Por qué estoy yo tan confiado?  Simplemente porque nosotros estamos haciendo lo que Dios nos dice que hagamos, y poniendo esto en práctica, seremos apoyados y estaremos capacitados por la abundancia de Su gracia a través del Espíritu Santo.

En conclusión, el "secreto" de la superación personal bíblica ha sido revelado al ser iluminado por la luz de las Escrituras.  No dejemos que este conocimiento sea quitado de nuestras vidas y una vez por todas deje esto de ser un misterio para nosotros. En cambio, por la gracia de Dios y por Su capacitación, permitamos que la aplicación del servicio bíblico hacia el prójimo sea manifestada en nuestra vida diaria y que de esta manera nos ayude a demostrar al mundo la verdad de la Biblia y la realidad de un Cristianismo que obedece aquello que nuestro Dios verdadero y viviente nos ha comunicado.

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EL SECRETO  BÌBLICO PARA SUPERARSE PERSONALMENTE – Segunda Parte
Cross references:Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT” Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT” Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT” Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT” Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT” Título en Ing  Título en inglés: “THE  SECRET OF BIBLICAL SELF-IMPROVEMENT – Part Two