El Yo: Problema Número Uno de la Humanidad | thebereancall.org

McMahon, T.A.

Los puntos de vista de hoy en día sobre el "yo"  como mínimo son confusos.  El mundo tiene una cantidad de opiniones al respecto.  Todos enseñan la importancia de que uno tenga una actitud positiva acerca de si mismo. La Biblia por otra parte, no tiene nada bueno que decir del "yo".  Sin embargo, la iglesia, sobre todo en los últimos cien años, ha reflejado cada vez más lo que el mundo predica en lugar de lo que enseñan las Escrituras. Como Dave Hunt nos recuerda: "Aunque no podemos definir el "yo", como tampoco podemos definir el alma, el ser o la  belleza, si podemos ver claramente donde se manifestó por primera vez, como ocurrió, y cuál es el resultado eterno.  Podemos ver también que el "yo"  no sólo define a una persona, como distinta a todas las demás, sino que también define al hombre como distinto a Dios.  Lo que la Biblia parece dar a entender por "yo" es al hombre separado de Dios y actuando y poseyendo independientemente de Dios". (Hunt, Más allá de la Seducción [Eugene, Oregon: Editorial Harvest House] 153).

La Palabra de Dios revela que la primera vez que el "yo"  asomó su rostro feo, fue en el cielo. Lucifer era un ángel ungido quién se convirtió en el adversario (Satanás) de Dios  al exaltarse a sí mismo:  “Tú que decías en tu corazón:  [“yo”] Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, [“yo”] levantaré mi trono, y en el monte del testimonio [“yo”] me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes [“yo”] subiré, y [“yo”] seré semejante al Altísimo”. (Isaías 14: 13-14).  Así, los “yo lo haré” de Lucifer, es decir, la voluntad de su propio “yo”, suplantó la sumisión a Dios y hacer la voluntad de Dios, y las consecuencias no fueron buenas: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”.  " Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”.  (Ezequiel 28:15; Isaías 14:15).

Satanás trajo su concepto rebelde de "yo" a la tierra y sedujo a Eva con él. Su estrategia se inició sembrando ideas confusas sobre lo que Dios había dicho (ese es el programa principal de Satanás) y luego Satanás hizo que Eva digiriera mentiras auto-orientadas: “sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. (Génesis 3: 5). Eso inició la mentira de auto-deificación y de divinidad para la humanidad, donde el engaño de la Serpiente halló terreno fértil:  “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.  (Génesis 3: 6). El acto de desobediencia de Adán y Eva contra lo único que Dios les había prohibido instauró el pecado y el “yo” en su carrera destructiva. De ahí que toda la humanidad quedó separada de Dios y va en  pos del “yo”.

El enfoque del mundo es valorar altamente el “yo”.  ¿Por qué? Debido a que sólo hay dos opciones respecto a cualquier esperanza potencial para la humanidad: El yo o Dios (es decir, el Dios de la Biblia).  El yo es la elección del mundo: la voluntad y la manera del hombre en oposición a la voluntad y la manera de Dios.   El yo es la única opción que le queda a todo aquel que rechaza al Dios de la Biblia. Aunque pueda parecer que hay otras opciones, incluidas las religiosas, todas son variaciones de las voluntariosas "salvación por obras" y justicia propia, siendo algunas más evidentes que otras.

El Islam, por ejemplo, enseña obras-justicia. En el Día del Juicio, Alá pesa las buenas acciones contra los delitos de uno y el peso del primero contra el segundo determina la salvación, es decir, si una persona puede entrar en el paraíso.

El Catolicismo tiene un enfoque similar. La entrada al cielo depende de las buenas obras de uno y la adherencia a los Sacramentos, así como la expiación de los pecados por aflicciones temporales aquí en la tierra o en el Purgatorio. Hacer buenas obras con el fin de lograr la salvación es denunciado en las Escrituras: la salvación es "no por obras para que nadie se gloríe" (Efesios 2: 9).

Todas las religiones, desde la más legalista a la más liberal a la mística, todas tienen el “yo” en el punto central para lograr una consecuencia positiva en cuanto a la vida después de la muerte. Sólo el cristianismo bíblico enseña que negarse a sí mismo y entregarse solo a Jesús es agradable a Dios.  La Biblia indica que la mentira de Satanás, que la humanidad puede alcanzar la divinidad, en última instancia se manifestará en los últimos días a través del Anticristo, "el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. (2 Tesalonicenses 2:4).  La mentira de Satanás no sólo es frecuente en las sectas , como el mormonismo, sino que la Iglesia Católica Romana enseña la unión mística con Dios en su Catecismo oficial: "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para que nosotros fuésemos hechos Dios .... El Hijo unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que él, hecho hombre, pudiera hacer que los hombres sean dioses". (Catecismo de la Iglesia Católica párrafo 460).

La auto-deificación alcanzada a través de ritos sagrados se encuentra en toda las religiones de Oriente. El Budismo tibetano del Dalai Lama enseña rituales de iniciación para permitir que uno se convierta en un bodhisattva o deidad iluminada. El Sintoísmo, que es la religión principal de Japón, implica numerosas ceremonias de auto-purificación que abren el camino para que sus seguidores se conviertan en kami o dioses ancestrales. Deificarse a uno mismo, como se ha señalado en Génesis 3: 5, es evidente en las formas del Hinduismo que enseñan métodos de auto-realización, es decir, las técnicas para el logro de la divinidad. Se enseña que el ser individual (el “yo”) es un dios cuyo objetivo es fusionarse con el Todo, Brahman, la suprema deidad del Hinduismo. Y de eso se trata el yoga.

La autorrealización tiene su contraparte en la psicología humanista, donde se denomina "auto-realización". La conexión entre el misticismo oriental y la psicología ha sido reconocida desde hace mucho por los psicólogos de investigación, que han documentado el hecho de que el hinduismo fue traído a Occidente y se hizo popular a través de la psicología como su vehículo.   Aunque no reconocido de inmediato como auto-deificación, es el objetivo de la autorrealización, que se define simplemente como llegar directamente a la realización del potencial de cada uno. Esta es la base para el Movimiento del Potencial Humano, que es un fenómeno generalizado en muchas de las empresas más importantes de Occidente y de sus programas de formación.

El “yo” es la piedra angular de todo el asesoramiento psicológico.  En todos, más de 500 conceptos, son contrarios a la Palabra de Dios, y la psicoterapia esencialmente rechaza a Dios mismo. Con Dios habiendo sido quitado por la psicología, sólo el “yo” permanece y por lo tanto se convierte en la única esperanza para resolver los problemas de la humanidad. Una enseñanza fundamental de la asesoría psicológica es que el hombre es bueno por naturaleza. Por tanto, cualquier dificultad mental, emocional o de comportamiento que experimente, debe provenir de cosas ajenas a él, por ejemplo, su entorno, sus padres, sus creencias, traumas físicos y emocionales, etc.  No obstante, si los problemas adversos en la vida de una persona son principalmente la consecuencia de un corazón pecaminoso, entonces el enfoque psicoterapéutico es un engaño. ¿Por qué? Porque según la Biblia, la humanidad tiene una naturaleza pecaminosa: "Engañoso es el corazón mas que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17: 9), “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.  Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias".  (Mateo 15: 18-19). Los conceptos y prácticas psicológicas no pueden cambiar la naturaleza pecaminosa del individuo. Además, la enseñanza bíblica acerca del pecado es anti-ética, así como ofensiva para el asesoramiento psicológico.

Sabemos que el “yo” es el principal vehículo de pecado. Entonces, ¿qué dice la Biblia acerca de cómo debe una persona tratar con el “yo”?  Para entender esto, hay que entender la perspectiva bíblica con respecto al “yo”.  "Yo" es sinónimo de pecado. Todos los seres humanos (excepto Cristo como Dios-Hombre sin pecado) nacen con una naturaleza pecaminosa. Ninguna parte de la Escritura lo deja esto más claro que el Salmo 51: 1-5: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.  Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.

Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.  He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre".

El “yo” también implica la voluntad, que es autónoma y ahí yace el problema. La voluntad del hombre, debido a su naturaleza pecadora, está dispuesta de forma natural y continua  hacia sí mismo.  Ese es el caldo de cultivo de la rebeldía: que no se haga Tu voluntad, sino la mía.  El “yo” no es dado a sumisión a nadie más que a sí mismo. Filipenses 2:21 confirma que "Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús".  Sin embargo, Dios tiene la solución al dilema de una humanidad auto-orientada y  obstinada en hacer su propia voluntad.  Debe comenzar con un nuevo nacimiento —un nacimiento espiritual que viene de arriba.

Cuando uno recibe el evangelio sencillo, solo por fe, uno está sometiendo su propio ser, de corazón, a Dios y a obedecer Sus enseñanzas que se encuentran en las Escrituras. Aunque en ese momento nace de nuevo espiritualmente y ha pasado a ser una nueva criatura en Cristo, todavía conserva su vieja naturaleza pecaminosa, pero ha sido liberado de su control.  Sin embargo, una batalla espiritual sigue a continuación entre “su” voluntad frente a la voluntad de Dios.  Dios le da a cada creyente el Espíritu Santo para ayudarle a ganar cada batalla a favor de la voluntad de Dios. Por otra parte, El también ha provisto a los cristianos nacidos de nuevo con instrucciones para la batalla espiritual entre Su voluntad frente a la voluntad y el “yo” del hombre.

La sumisión a Dios es lo más importante: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.  Ese compromiso se refiere no sólo para determinados asuntos, sino para toda la vida: " Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”. (Lucas 9: 23-24). Jesús da un ejemplo de aquello en la vida del creyente que ha sido salvo implica: "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.  El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará”. (Juan 12: 24-25).

El apóstol Pablo escribió: "Cada día muero" (1 Corintios 15:31) y "Si somos muertos con él, también viviremos con él" (2 Timoteo 2:11). En Colosenses 3: 3 declara: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios." ¿Qué quiso decir? En Gálatas 2:20, explica: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo , mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".  Después de enumerar algunos de sus continuas tribulaciones, Pablo escribe: "llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal". (2 Corintios 4: 10-11). La "muerte" es la muerte de uno a su propia y autónoma voluntad y la "vida" es una que está completamente entregada a la voluntad de Dios.

La Palabra de Dios exhorta a los creyentes a ser orientados hacia los demás. Considere lo siguiente: "[Cristo] murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos". (2 Corintios 5: 14-15). "Nada hagáis por contienda o por vanagloria [ambición egoísta, envanecimiento]; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Filipenses 2: 3-4).  Esto es desprendimiento bíblico.

En I Corintios, capítulos 10 y 13 (el capítulo del "amor"), proporcionan una exhortación adicional. Es alucinante, si se considera cómo doctrinas insidiosas y no bíblicas de amor propio y de autoestima como han sido tan ampliamente predicadas y promovidas dentro de la cristiandad. Si no fuera por las Escrituras que profetizan que esto ocurrirá así en los postreros días (2 Timoteo 3: 1-2), la invasión en la iglesia de psicología que exalta el “yo” a través de la llamada psicología cristiana, parecería increíble. ¡Pero estamos viviendo en esos días!

Jesús, que es completamente Dios y Hombre, nos muestra en su propia vida perfecta abnegación: "Como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20: 28). "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.  Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15: 12-13). Además, Él demuestra para nosotros Su propia sumisión a la voluntad de Dios Padre. Como Hombre, Él es el perfecto Ser sin pecado. Sin embargo, Él, como parte de la Trinidad, sin embargo sometió Su propia voluntad a la de Su Padre:  “Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible pasase de él aquella hora y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú" (Marcos 14: 35-36; ver también Lucas 22:44).

La abnegación que Jesús demostró sería imposible para cualquier creyente, excepto por el hecho de que cada verdadero seguidor de Cristo ha sido sellado con el Espíritu Santo, que le permite a uno vivir las instrucciones de Cristo: "Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu.... Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor; y en el poder de su fuerza”  (Efesios 3:16; 6:10).

Que la oración que se encuentra en Hebreos sea nuestro clamor continuo al Señor y  nos anime, a fin de ganar la batalla sobre el “yo”:   "Y el Dios de paz, que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos Amén" (Hebreos 13:20. -21). Y amén. TBC

El Yo: Problema Número Uno de la Humanidad

T.A. McMahon 

Marzo 2015

Título en inglés:  “Self: Mankind's Number One Problem”

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