UNA PERSPECTIVA ETERNA | thebereancall.org

Hunt, Dave

Como parte de la naturaleza pecaminosa heredada de Adán y Eva, toda la humanidad está plagada con una obsesión epidémica de "pensar solamente en asuntos de la tierra en que vivimos" Encerrado en ésa perspectiva, "los hombres dan sus nombres a sus tierras" (Salmo 49:11) como si sus días en ésta tierra nunca fueran a terminar. Por supuesto, todos nosotros reconocemos intelectualmente que nuestro tiempo en ésta tierra es temporal, pero aún así, todavía pensamos y actuamos como si no lo fuera.. No nos sorprende que Moisés escribió: "Enséñanos a contar bien nuestros días (para realmente entender su brevedad) para que nuestro corazón adquiera sabiduría."(Salmo 90:12).

La muerte es un destino que todos nosotros nos imaginamos que de alguna manera la vamos a evitar, por lo menos por un tiempo, hasta que alguna enfermedad o accidente nos ocurre y nos hace despertar a la realidad. En realidad no importa cuan saludable uno esté, la muerte nunca está muy lejos de nosotros. La realidad que éste es un tema desagradable del cual no queremos pensar ni hablar prueba que Moisés estaba correcto. Nosotros necesitamos la ayuda de Dios a través de Su Palabra para colocar, adaptar nuestras vidas en una perspectiva eterna.

Salomón dijo, "Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón" (Eclesiastés 7:2). Pero los funerales modernos, con sus hermosas flores y buenos recuerdos del fallecido, parecen ser diseñados para mantener el duelo a lo más mínimo y así mantener a los vivientes separados del evento presente que ha sido la razón por tal reunión. No queremos pensar o ahondar sobre la realidad que la muerte pone un sello final sobre cada pasión terrestre, cada posición, cada posesión y sobre cada ambición.

Uno vive su vida como un necio si ignora las advertencias de las Escrituras que hablan acerca de la brevedad de la vida. Hasta Homero en su épica llamada "La Ilíada" declaró: "La muerte tiene diez mil formas y siempre está encima de nuestras cabezas y nadie puede eludirla." La muerte viene con la misma regularidad que el nacimiento. El uno es recibido con gozo, alegría y con gran satisfacción. El otro es batallado como un intruso que ha venido a robarnos algo que no tiene derecho. Cuando la muerte, siempre demasiado pronto, se lleva a aquellos a quien queremos, podemos comprender el enfado, el enojo, expresado en el "Paraíso Perdido" de Milton cuando dijo que todos nosotros seremos "alimento para tal monstruo repugnante."

No importa cuan larga sea la vida del fallecido, aquellos que lo recuerdan con buenos pensamientos pueden comprender la inconsolable pena de la Dama Capuleto cuando se lamenta por Julieta cuando dice: "La muerte yace sobre ella como un nevado intempestivo cubriendo la flor más dulce del jardín." Y aún así, nosotros también, y siempre demasiado pronto, seremos devorados por aquel "monstruo repugnante." La muerte no nos parece una amenaza cuando todo en nuestras vidas está relativamente bien.

En una de las parábolas de Cristo leemos que los campos de un hombre rico eran tan productivos que él se dijo a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha. Por fin dijo: Ya sé lo que voy a hacer; derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida. Pero Dios le dijo ¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado? Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios." (Lucas 12:17-21).

La brevedad de la vida no es la más seria consecuencia de la muerte. Más alarmante es lo que la Biblia dice de lo que ocurre después de la muerte: "después de esto es el juicio" (Hebreos 9:27) Para nosotros, como cristianos, la muerte ha perdido su aguijón por la muerte y resurrección de Cristo por nuestro beneficio. Y aún así ¿quién puede decir que ha vivido una vida en tal forma que le pueda dar a uno la suficiente confianza para enfrentar el trono del juicio de Cristo sin ningún remordimiento o sin ninguna vergüenza y solamente con gozo? Estoy seguro que habrá lágrimas de profunda pena y arrepentimiento en ése día.

Muy a menudo estoy abrumado por la solemnidad y dura realidad de que cada día que pasa, se acerca más y más la realidad de estar finalmente al frente de mi Señor y Salvador. Yo sé que Su amor por mí es infinito y eterno, pero también es mi Redentor. Él es mi Creador a quien Yo debo darle cuentas de lo que he hecho en la corta vida que Él me ha permitido. Felizmente que se nos ha asegurado que Dios "enjugará toda lágrima" (Apocalipsis 7:17) y cada creyente verdadero "recibirá su alabanza de Dios"(1 Corintios 4:5). Las lágrimas pasarán y darán lugar al eterno gozo de pecados perdonados por el pago completo que hizo Cristo por nosotros.

Los ateos tratan de convencerse a sí mismos y a otros que cuando "tú te mueres tú estás muerto; y eso es el final de toda sensación." Pero la poderosa y universal convicción que ha persistido en cada cultura desde el principio del tiempo es que la muerte no termina con la existencia del ser humano. La realidad de que el hombre es un ser espiritual, que sobrevive la muerte del cuerpo en el cual él vive temporalmente durante su existencia en la tierra, es un básico instinto humano que puede ser negado sólo con gran esfuerzo. Además, aún aparte de las Escrituras, la validez científica de ésta creencia universal puede ser probada fácilmente.

No se puede negar que nuestras mentes pueden mantener ideas que no son tangibles como verdad, justicia o gracia. La humanidad entiende y aplica cientos de similares conceptos metafísicos diariamente. Estos conceptos comunes ponen a prueba las descripciones físicas ya que no tienen propiedades físicas, no ocupan espacio, y claramente no son parte del universo físico de tiempo y espacio. Obviamente nada físico puede originar y mantener tales pensamientos lo cual es una realidad que elimina la mente como la fuente de cualquier forma de pensamiento. Nosotros no esperamos que la mente nos diga lo que la mente quiere hacer. Nosotros, las personas de alma y espíritu viviendo dentro de cada cuerpo, iniciamos nuestros pensamientos.

En realidad, los pensamientos no son físicos. Ningún pensamiento de cualquier clase, tiene espacio determinado o sustancia física. La conclusión es la siguiente: el hombre es un ser que no es físico, que vive en un cuerpo físico que es temporal. No es su mente, sino el hombre mismo que es el originador y el guardián de sus pensamientos.

Aunque la muerte separa al hombre de la casa que en ella ha habitado durante su permanencia en la tierra, el espíritu y el alma, que son los componentes de su verdadera persona, no pueden dejar de existir. ¿Y qué podemos decir de los animales? Aunque nosotros tengamos unos cuerpos similares a ellos y una apariencia física también similar en muchos aspectos (lo que ha producido la ridícula teoría de la evolución) existe una tremenda y eterna diferencia entre la humanidad y el mundo animal. ¿Cuál es? Mortimer J. Adler (un ex-ateo y que ahora es un cristiano) escribió un libro titulado "La Diferencia del Hombre y la Diferencia que el Hombre hace" y nos dice que la habilidad del hombre en formar ideas conceptuales, que no son físicas, y el expresarlas a través de la palabra hablada, limita toda vida que no es humana al otro lado de un abismo que la evolución nunca puede cruzar.

La realidad que nuestros pensamientos no se originan con la mente puede ser probado en muchas otras formas. Por ejemplo, no tiene sentido el dar crédito a la mente como ser el originador de morales y ética y llamar al mismo tiempo frases como un "hígado honesto" o un "riñón inmoral". Ni tampoco uno puede absolverse a sí mismo de cualquier pensamiento o acto diciendo "mi mente me forzó a hacerlo." Claramente, la manifestación de amor, la apreciación de la verdad y de la belleza, la repulsión de lo maligno, y el anhelo de la satisfacción máxima, no se originan de cualquier conjunto de átomos, moléculas, o células que componen las partes del cuerpo, incluyendo la mente.

Dado que la persona real dentro de uno, depende del cuerpo físico por vivienda temporal y por la habilidad de funcionar en éste universo físico, no hay razón para creer que la muerte termina la existencia conciente de la persona. Preferimos concluir que la muerte libera el alma y al espíritu de su confín físico del cuerpo para poder experimentar otra dimensión del ser.

Sin duda alguna, la muerte termina la existencia de nuestro cuerpo humano. Pero la muerte del cuerpo no puede terminar la existencia del alma y el espíritu que no fueron parte del cuerpo. Estas (el alma y el espíritu) residieron dentro del cuerpo e hicieron conscientes y deliberadas decisiones y estas decisiones (pensamientos, palabras, actos) por las cuales el pensador, y no el cuerpo, será responsable y tendrá que dar cuentas.

Hace aproximadamente 250 años William Law representó a un "exitoso joven comerciante" que "estaba al borde de la muerte cuando sólo tenía 35 años." Este joven comerciante dijo las siguientes palabras a sus amigos que había venido a consolarlo:

"Ustedes me miran a mí con compasión, no por que no estoy sin preparación ahora que voy a ver la cara del Juez eterno de nuestras vidas, sino que voy a dejar esta próspera profesión siendo tan joven... Y aún así, me pongo a analizar y llego a la conclusión que tal actitud no es muy madura ni muy digna de una persona adulta.
Nuestro pobre amigo Lepidus falleció... cuando él se estaba vistiendo para ir a una fiesta. ¿Ustedes creen que ahora él se preocupa por que no pudo vivir hasta que el entretenimiento de la fiesta hubiera terminado? Las fiestas, los negocios, los placeres y satisfacciones en general parecen ser cosas de gran importancia para nosotros, pero cuando añadimos la muerte a todo esto, tales satisfacciones mundanas se reducen a la insignificancia...
Si voy ahora a disfrutar los gozos de Dios, ¿debería yo estar apenado por que la muerte me va a llevar antes que cumpla los 40 años de edad? ¿Hubiera sido mejor acaso si fuera yo al cielo después de haber completado unas cuantas transacciones más de negocios?
Y si yo fuera ahora al mundo de los espíritus perdidos ¿sería mejor que lo hiciera después que sea ya anciano y lleno de riquezas...?Ahora que el juicio es lo próximo que me espera y la felicidad eterna o miseria eterna está tan cerca, todas las satisfacciones y todas las prosperidades de la vida lucen tan vanas e insignificantes...
Pero amigos, ¡me sorprendo mucho que no siempre he tenido éstos pensamientos...! que cosa tan extraña es que el carecer de buena salud o el que los negocios de una tienda no vayan bien nos cauterice los sentidos y no nos demos cuentas de los tremendos eventos que ya se avecinan."

La persona trágica que comete suicidio se imagina que está poniendo un fin a su existencia llena de dolores y penas. En realidad, él está lanzándose hacia lo que puede ser el tormento eterno. Una de las memorias que lo puede atormentar por toda la eternidad sería que él rechazó el perdón de sus pecados que Cristo pagó por él y empeoró su destino al poner término a su vida y con ése acto también anuló la última oportunidad que tuvo de ser salvo.

Citando las vidas y muertes de dos hombres, Cristo describe los dos destinos que todo ser debe enfrentar al momento de la muerte. Esta no es una parábola acerca de gente ficticia, sino una historia verdadera porque uno de los personajes es nombrado, algo que Cristo nunca hizo cuando relató sus parábolas. Él declaró: "Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico...murió el mendigo (y recibió una gran bienvenida por Abraham dentro de los seres redimidos)... y murió también el rico (todas las riquezas en el mundo no extenderán la existencia de una persona ni siquiera un segundo)... y en Hades (infierno) alzó sus ojos, estando en tormentos..." (Lucas 16:19-23)

No importa cuanto dure, ésta vida es muy breve. Santiago dijo, "¿qué es nuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece" (Santiago 4:14). Moisés declaró: "pronto pasan, y con ellas pasamos nosotros" (Salmo 90:10). Comparado con la eternidad, el promedio de la vida del hombre no es nada. Cuando nosotros vivimos conscientes de esta perspectiva eterna, vemos claramente la locura, el desatino, de escoger, de preferir, unos cuantos años de placer, de popularidad y poder y como consecuencias de esta decisión sufrir el eterno tormento en el Lago de Fuego. Como Cristo dijo: "¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Mateo 16:26).

Aún siendo joven, Moisés hizo su decisión basado en una perspectiva eterna: "Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios...(Hebreos 11:24-26). En contraste a esto, muchas almas han negociado, han cambiado, la eternidad en el cielo con el Señor por recompensas momentáneas de aquí en la tierra.

¿Momentáneas? Sí. Satanás le mostró a Cristo "todos los reinos del mundo" (Lucas 4:5). Desde una perspectiva eterna, los reinos de éste mundo duran sólo un momento. Seguramente, un individuo sería un necio si cambiara la eterna recompensa en el cielo, por los breves y momentáneos honores que sólo pueden ser recibidos de Satanás, "el dios de éste mundo" (2 Corintios 4:4), por el sólo acto de negar al Señor.

Es fácil para nosotros ver la vanidad de los honores terrenales como en el caso de Daniel, a quien Belsasar le ofreció estar "vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino" (Daniel:5:16). A Daniel ni siquiera le preguntaron si tendría que comprometer sus creencias para recibir estos honores. La respuesta de Daniel fue: "Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros" (Daniel:5:17). El ya sabía que el reino iba a caer en sólo unas horas.

Aún así, "mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, proclamar que él era el tercer señor del reino. La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años" (Daniel:5:29-31). ¡Este fue uno de los más breves ascensos en la historia! Ni tampoco ninguna recompensa ofrecida en éste mundo puede compararse con lo que uno va a recibir en la eternidad.

"Da tu recompensa a otros," debe ser la respuesta de cada cristiano cuando está confrontado con una tentación que busca o que trata de aceptar el halago de los hombres. Lamentablemente, la iglesia posee un establo completo de caballos de honores temporales que muchos líderes cristianos quisieran cabalgar en un desfile de arrogancia. Hay ahora en el mundo evangélico muchos pastores, predicadores, autores y líderes cristianos que poseen diplomas falsificados de doctorados, y que en sus tarjetas de negocios tienen tales iniciales al frente de sus nombres y hasta insisten en ser llamados por tal título, el cual fue comprado en el mercado negro. ¡Eso es un escándalo entre los evangélicos de hoy en día! Estos evangélicos nunca hubieran sido tentados por tal vanidad si hubieran mantenido una perspectiva eterna.

Y también podemos decir que no puede haber otra razón más poderosa para compartir el evangelio que el estar concientes de esa perspectiva eterna. Cada alma que nosotros conocemos es un ser eterno que nunca va a dejar de existir pero que va a disfrutar una dicha eterna en la presencia de Dios o va a sufrir el tormento eterno.
Es mi deseo que yo mismo y que cada Bereano`, mantenga esta perspectiva eterna en sus corazones. Tratemos de rescatar tantas almas como sea posible, del camino ancho que lleva a la destrucción, y traerlos al camino angosto que lleva a la vida eterna, perpetua, imperecedera.

"Una Perspectiva Eterna"

Título en inglés: "An Eternal Perspective"