Capítulo 10 - Una Soberanía Distorsionada | thebereancall.org

TBC Staff

Después de haber visto que la Total Depravación es una doctrina clave del Calvinismo, tenemos que entender que detrás de esta creencia hay algo aún más fundamental: un grave malentendido con respecto a la soberanía de Dios. Singer se jacta, "la grandeza de la teología de Calvino radica en su comprensión de la enseñanza Bíblica en la soberanía de Dios".[1]

De hecho, Calvino no comprendía la enseñanza bíblica, sino que la distorsionaba. El calvinismo pone un énfasis exagerado en la soberanía de Dios, que acaba con cualquier opción real para el hombre: "ninguna persona desde Adán ha tenido voluntad... Cada persona inconversa es... libre para ir en una sola dirección... libre para caer".[2]  Sin embargo, se puede argumentar bíblicamente, "a menos que un hombre tenga una voluntad libre, no existe fundamento para creer que esa verdad [existe] en cualquier campo — sea ciencia, teología o filosofía... Si no hay libre albedrío no existe ningún significado de alabar o culpar [y] no hay pecado".[3]

La aparente tensión entre la soberanía de Dios y la voluntad del hombre ha sido un punto de estudio y discusión — y, lamentablemente, de contención — entre los cristianos sinceros durante siglos. Algunos han tomado el enfoque de C. I. Scofield, que son dos verdades, y ambos deben ser aceptados, aunque  no pueden ser reconciliados. "Ambos son totalmente ciertas, pero la conexión y la reconciliación de la verdad no ha sido revelada".[4]  En aparente acuerdo, James M. Gray, Presidente de Moody Bible Institute, sugirió que " una mente finita no puede sostener la soberanía de Dios y el libre albedrío del hombre a Dios... al mismo tiempo.   ¡Sin embargo, es necesario que sean debidamente enfatizadas!"[5]

Asimismo, William L. Pettingill escribió: "Dios insiste sobre su soberanía y también sobre la responsabilidad del hombre. Crea en ambos y predique a ambos, dejando la tarea de 'armonizar' con Él".[6]  En una nota similar, A. T. Pierson, aunque es un líder presbiteriano, declaró que ambos “la voluntad soberana de Dios y la libertad del hombre” se enseñan en las Escrituras y que "si no podemos reconciliar estas dos, es porque el tema está infinitamente por encima de nosotros. El hombre es libre... Así que la última gran invitación en el libro de Dios, es una apelación a la voluntad humana".[7]  R.A Torrey acuerda que no "deberíamos intentar explicar la enseñanza clara de la palabra de Dios en cuanto a la soberanía de Dios [y] la libertad de la voluntad humana..."[8]

Desafortunadamente, ni Calvino ni muchos de sus seguidores hoy en día han estado dispuestos en aceptar  ambos lados de esta enseñanza bíblica. El resultado ha sido devastador en cuanto a las consecuencias para el Evangelio: que el hombre sólo puede rechazar Cristo; No puede aceptarle y creer en Él, a menos que soberanamente sea regenerado por Dios. El Calvinismo se niega en aceptar lo que tantos grandes evangelistas han reconocido como vital. Edgar Mullins expresa muy bien el equilibrio esencial que falta:

El libre albedrío del hombre es una verdad tan fundamental como cualquier otra en el evangelio, y nunca debe ser anulada en nuestras declaraciones doctrinales. El hombre no sería hombre sin Él y Dios nunca nos priva de nuestra verdadera humanidad moral en salvarnos... El decreto de la salvación debe ser visto como un todo para entenderlo. Algunos ven la elección de Dios solamente y omiten los medios y la decisión necesaria por parte del hombre.[9]

Un Celo Encomiable pero Equivocado

Talbot y Crampton nos aseguran que "la soberanía de Dios es... el principio más básico del Calvinismo... la base sobre la cual se construye todo [incluyendo el cristianismo mismo]".[10]  Boettner  está de acuerdo: "el principio básico del Calvinismo es la soberanía de Dios".[11] Tal fervor por la soberanía de Dios es digna de elogio. Sin embargo, los calvinistas equivocadamente hacen que Dios sea la causa efectiva de cada evento que sucede: "lo que suceda en el tiempo es según el decreto [de Dios] en la eternidad".[12]  Pero, ¿Decretaría un Dios Santo el mal que llena el corazón del hombre y el mundo de hoy en día? ¡Seguramente que no!

El Calvinismo niega al hombre cualquier alternativa con respecto a todo lo que él piensa o hace. Spurgeon se refirió a "una clase de hombres tan cabeza dura que magnifica la soberanía a expensas de la responsabilidad [humana]".[13] El calvinista cree equivocadamente que si el hombre podría hacer una verdadera elección, incluso en su rebelión contra Dios, sería una negación de la soberanía de Dios. Por lo tanto, Dios debe ser la causa de todo pecado, comenzando con Adán y Eva. Boettner argumenta, "incluso la caída de Adán y por medio de él la caída de la raza humana, no fue por casualidad o accidente, pero fue ordenada en el consejo secreto de Dios".[14]  Se necesita de esta triste conclusión por su concepto de soberanía que no es requerido por la lógica ni por la Biblia.

Hemos observado la admisión por algunos calvinistas de que el hombre es libre para responder a Dios. Sin embargo, al mismo tiempo, la doctrina de la Total Depravación, requiere que él solo pueda responder  negativamente en oposición a Dios. Pero, por supuesto, que esto no es libertad en lo absoluto. Congdon señala:

Los calvinistas clásicos hablan del "libre albedrío" que tiene un hombre, pero es una libertad muy limitada. Es decir, una persona puede elegir rechazar a Cristo — todos lo hacen, pero sólo aquellos que han sido elegidos pueden elegir el aceptarlo. Esto no es "libre albedrío". ¿Serán en realidad las invitaciones abiertas en la Biblia de confiar en Cristo un cruel engaño? No creo. ¿Son todas las personas libres de poner su confianza en el Señor Jesucristo como su Salvador personal por su pecado? Sí. Es por ello que el llamado a las misiones es tan urgente.[15]

¿Somos Libres para Rebelarnos, pero no para Arrepentirnos?

¿Cómo puede haber verdadera libertad de elección si sólo se puede hacer un tipo de elección y una que ha sido decretada eternamente?  El llamar a esto "libre elección" es un fraude.  Pero es la única libertad que el calvinismo admite. Pink cita favorablemente a J. Denham Smith, a quien él honra como un "siervo profundamente instruido de Dios":

Yo creo en el libre albedrío; pero esta solo es una voluntad libre para actuar de acuerdo con la naturaleza... El pecador en su naturaleza pecaminosa nunca puede tener una voluntad según Dios. Para esto debe nacer de nuevo.[16]

Ninguna parte la Biblia apoya esta afirmación y este es uno de los errores más graves del Calvinismo. ¿Es decir, fueron Abraham y Moisés "nacidos de nuevo" o regenerados? ¿No es este un término del Nuevo Testamento? ¿Qué quiere decir Smith con "una voluntad según Dios"? Incluso los cristianos no siempre hacen la voluntad de Dios. ¿Un deseo de conocer a Dios? Por cierto se espera de ellos que todos los hombres busquen al Señor mientras pueda ser hallado. Que Dios prometa ser encontrado por aquellos que le buscan debe implicar que el no regenerado puede buscarlo.

Tampoco funciona para el calvinista decir que el hombre solo puede actuar según su naturaleza pecaminosa y en contra de Dios. ¿Cómo puede ser la voluntad de Dios que el hombre desafié su ley? Si se admite que los actos pecaminosos proceden de una elección verdadera, tendríamos el mismo reto a la soberanía de Dios que no es permitido por el calvinista. O tiene el hombre una voluntad libre o todo su pecado es según la voluntad de Dios. Como hemos visto, esto último es exactamente lo que enseñó Calvino y muchos calvinistas todavía creen que Dios es el autor del mal.

¿Podría ser que la naturaleza de Adán era en realidad pecaminosa, aunque Dios lo declaro "bueno" cuando lo creó? ¿Cómo, excepto por libre albedrío, se puede explicar su pecado? El calvinista se escapa del libre albedrío declarando que el pecado de Adán y Eva fue pre-ordenado y decretado por Dios. Pink argumenta, "Dios pre-ordena todo lo que va a suceder. Su gobierno soberano se extiende a lo largo de todo el universo y por sobre todas las criaturas... Dios inicia todas las cosas, regula todas las cosas... "[17] Entonces ¿por qué Cristo dijo que oráramos, “Hágase tu voluntad “en la tierra... si ya lo es, según la voluntad y el decreto de Dios?

Es falaz imaginar que para tener el control de su universo, Dios debe pre-ordenar e iniciar todo. Por cierto, negaría su omnisciencia y omnipotencia sugerir que Dios no puede controlar de antemano  lo que no pre-ordenó, decretó o causó.   Otra vez aquí, los calvinistas están atrapados en contradicciones. Aunque era un destacado teólogo presbiteriano, A. A. Hodge reconoció las graves consecuencias de esa visión extremista de la soberanía de Dios: "todo desaparece si no existe el libre albedrío; el sistema moral desaparece si el libre albedrío no existe... "[18]  Sin embargo al mismo tiempo, declara:         "la pre-ordenación es un acto de la... voluntad benévola de Dios desde la eternidad... determinando todos los eventos... que llegan a pasar".[19]

Confrontando una Distinción Vital

Para que los calvinistas puedan defender su visión extrema de control, Dios debe ser la causa de la depravación total del hombre y de las respuestas negativas que produce. No hay manera alguna de escapar esta conclusión. Si Dios no fue la causa del pecado del hombre, el hombre estaría actuando independientemente de Dios y esto no se puede permitir de ninguna manera en el esquema calvinista. Sigue, entonces, que "él [Dios]... podría haberlo evitado [la caída y la entrada del pecado en el mundo], pero él no lo previno: por lo tanto, él lo creo."[20]  Así que uno debe concluir que, "Es incluso bíblico decir que Dios ha pre-ordenado el pecado."[21]

La única manera para defender la integridad de Dios, su amor, y compasión en un mundo lleno de pecado y sufrimiento, es reconocer que Él ha concedido al hombre el poder de elegir por sí mismo. Así que es culpa del hombre y por su propio libre albedrío, que el pecado y sufrimiento son la experiencia común de toda la humanidad.  Dios ha proporcionado perdón completo de los pecados sobre una base justa y eventualmente creará un nuevo universo en el cual no puede entrar el pecado — un universo para ser habitado por todos aquellos que han recibido al Señor Jesucristo como Salvador. Dios es exonerado y solo el hombre es culpable del pecado y sufrimiento. Tal es la enseñanza de la Biblia, como veremos con más profundidad.

El Calvinismo se basa en una visión errónea de lo que significa que Dios sea soberano. Palmer nos dice que Dios predestina a incontables multitudes al tormento eterno "para la gloria de su poder soberano sobre sus criaturas..." [22] obviamente, Dios podría demostrar su poder soberano sobre sus criaturas en muchos sentidos distintos, y no solo por decretar su condenación eterna, un destino que de seguro no es requerido por la soberanía. La Biblia enseña que Dios soberanamente, sin disminuir su soberanía — dio al hombre el poder para rebelarse contra él.  Así pues, el pecado es responsabilidad de solo el hombre, por su libre elección, y no por el decreto de Dios. El error básico del Calvinismo es su fracaso en ver que Dios soberanamente podría dar al hombre el poder de elección genuina y seguir en control del universo. El reconocer la soberanía y el libre albedrío seria destruir los cimientos de todo el sistema calvinista.

Esta falsa visión de la soberanía de Dios es la única justificación de los calvinistas para que Dios elija a un grupo selecto y condene a los demás. Si uno pregunta cómo un Dios amoroso podría maldecir a millones o tal vez miles de millones a quienes pudo salvar, la respuesta es por su "beneplácita voluntad  el hacerlo". Si uno persiste y pregunta por qué le agradó, la respuesta es que la razón está escondida en “el misterio de su voluntad”.  Libre albedrío no demerita el control de Dios sobre su universo. Al ser omnipotente y omnisciente, Dios puede organizar tales circunstancias que impiden que la rebelión del hombre frustre sus propósitos. De hecho, Dios puede usar el libre albedrío del hombre para ayudar  cumplir sus propósitos y planes, y así él es glorificado aún más que si él hubiese decretado todo lo que el hombre hace.

Escuchemos de Calvino y los Calvinistas

En su clásico, Los Cinco Puntos del Calvinismo, Edwin H. Palmer escribe, "aunque el pecado y la incredulidad son contrarias a lo que manda Dios (su voluntad perceptiva), Dios los ha incluido en su decreto soberano (los ordenó y sin duda causó que sucedieran)... ¿Cómo es posible que un Dios Santo, que odia el pecado, no sólo permite el pecado pasivamente, sino que también con certeza y eficacia  decreta como debe ser el pecado?  Nuestro Dios infinito nos presenta algunas verdades sorprendentes... "[23]

"Sorprendente" es el adjetivo equivocado. Lo que Palmer admite como algo que le asombra incluso a él, siendo él un hombre que defiende dogmáticamente esta doctrina, es atroz para el no-calvinista e incluso el no-cristiano. Palmer expone aún más esta doctrina extrema:

Todas las cosas que suceden en todo el mundo, en cualquier momento y en toda la historia — ya sea en materia inorgánica, vegetación, animales, hombre o Ángeles (las buenas y malas) — suceden porque Dios lo ordenó. Ni siquiera el pecado — la caída del diablo desde el cielo, la caída de Adán y cada mal pensamiento, palabra y acción en toda la historia, incluyendo el peor pecado, la traición de Judas a Cristo — está incluido en el Decreto eterno de nuestro Dios Santo.  [Si] el pecado está fuera del decreto de Dios, entonces el gran porcentaje de las acciones humanas... se extraen del plan de Dios. El poder de Dios se reduce a las fuerzas de la naturaleza... El pecado no es sólo conocido de antemano por Dios, también está pre ordenado por Dios, porque Dios lo ha pre ordenado, lo conoció con anterioridad. Calvino es muy claro en este punto: "el hombre determina para el mal, pero Dios  determina para el bien..." [24]

No hay apoyo bíblico ni racional alguno para tal dogma. Seguramente Dios en su infinito poder y conocimiento previo, podría caber en su plan incluso los pensamientos más rebeldes y obras de la humanidad. Es perfectamente capaz de frustrar, prevenir o usar los planes del hombre para satisfacer su voluntad, y puede hacerlo sin destruir la capacidad de ejercer la libertad de elección. El convertir a Dios en el autor del pecado es tergiversarlo blasfemamente.

¿Por qué un Dios infinitamente Santo arruinaría su propia creación creando deliberadamente el pecado? ¿Por qué inventar la historia elaborada de "sacar a los ángeles caídos del cielo"?. ¿Por qué causaría a la humanidad a pecar con el fin de "perdonarlo"? ¿Cómo glorifica esto a Dios? En cambio, el Dios del Calvinismo se convierte en la persona que enciende un fuego forestal para poder "descubrirlo", extinguirlo y ser un héroe. También convierte a Dios en un fraude que finge que Satanás, siendo  creación intencional de Dios, era su enemigo. ¡Qué absurdo!

Limitando a Dios

Además, ¿Por qué Dios necesitaría pre ordenar algo con el fin de pre conocerlo? Obviamente, si Dios sólo puede saber lo que él mismo ha decretado,  y después ser tomado por sorpresa si el hombre tuviese libertad de elección, entonces su conocimiento no sería infinito (es decir, Dios no sería omnisciente). Aunque los calvinistas persisten en esta doctrina bíblica e irracional, que pretende defender la soberanía de Dios, pero en realidad la disminuye: "Si Dios no pre ordena todas las cosas, entonces no podría saber el futuro. Dios conoce de antemano y sabe todas las cosas porque decretó que así fuesen todas las cosas".[25]  Por el contrario, Dios no tiene que decretar los pensamientos y acciones del ser humano para conocerlas de antemano. Él sabe todo antes porque es omnisciente.

Los calvinistas contemporáneos que estamos citando expresan el corazón del Calvinismo. Son fieles a Juan Calvino, quien a su vez nos recuerda que esto mismo fue enseñado por Agustín. Este último ha sido descrito como el primero de los primeros llamados padres de iglesia quien "enseñó la soberanía absoluta de Dios".[26] En sus Institutos, Calvino reconoció su deuda a Agustín con respecto a la predeterminación de Dios de cada pensamiento, palabra y acción, buena o mala, incluyendo todos los males cometidos por la humanidad:

Sostenemos que Dios es el que dispone y gobierna todas las cosas — que desde la eternidad más remota, según su propia sabiduría, decretó... que, por su providencia, no solo el cielo y la tierra y los seres inanimados, pero también los consejos y la voluntad de los hombres que se rijan exactamente en el curso que ha destinado...

En definitiva, San Agustín por todas partes enseña... que no puede haber nada más absurdo que sostener que nada se hace sin la ordenación de Dios; porque pasaría al azar. Por lo que, también excluye la contingencia que depende de la voluntad humana, manteniendo un poco más, en términos más claros, que no hay causa que debe buscarse sino solo la voluntad de Dios... Digo, pues, que la orden, método, final, y necesidad de los acontecimientos, son producidos por la voluntad de Dios...[27]

Una Posición Irracional

 Agustín dijo que la voluntad está sujeta a la voluntad de Dios, pero no lo llevo tan lejos como Calvino. Por otra parte, Calvino salta más allá en una serie de falacias que se ha perpetuado hasta nuestros días. Obviamente, contrario a Calvino, las acciones que ocurren por el libre albedrío en los seres humanos no suceden al azar. Si así fuera, anularía todo el sistema judicial, porque la violación, el asesinato, robo y todos los otros crímenes tendrían que considerarse como eventos aleatorios más allá del control y responsabilidad moral de sus autores.  Por supuesto que, esto es absurdo.

Irónicamente, Pink intenta evitar las consecuencias de las fuertes declaraciones intolerables de Calvino apelando también a Agustín: "Que se diga enfáticamente que Dios no produce las disposiciones pecaminosas de cualquiera de sus criaturas, aunque si los refrena y los dirige a cumplir sus propósitos. Por lo tanto, no es el autor ni el aprobador del pecado. Esta distinción se expresó de la siguiente forma por Agustín: ' que el pecado de los hombres procede de sí mismos; y el pecado que cometen sea en esta o esa acción, es el poder de Dios que separa la oscuridad según su placer."[28]

Sin embargo Calvino mismo ya es citado y apoyado por muchos de sus seguidores hoy en día, que Dios es la causa y por lo tanto el autor de cada pensamiento, palabra y acción. ¡Pink, como Palmer, a menudo han dicho lo mismo! Sin esa conclusión, aunque es repugnante a la conciencia del hombre dado por Dios, no se puede sostener la soberanía del Calvinismo, ni tampoco sus cinco puntos.

¿Es este el Dios de la Biblia?

La conciencia humana y el sentido del bien y el mal — que el hombre ha recibido de Dios — grita de repulsión contra tales enseñanzas. ¿No han tergiversado, Calvino y Agustín, al amoroso y misericordioso Dios de la Biblia? ¿Nos creó Dios para ser simples títeres, moviendo Él las cuerdas? ¿Es nuestro sentido innato de hacer elecciones genuinas por nuestra propia voluntad, a veces racionales y en otras ocasiones impulsivas, o incluso con lujuria, un delirio total?

Dios hace un llamado a la razón humana: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta" (Isaías 1:18). Nadie puede participar en la razón sin tomar decisiones entre las diferentes opiniones, teorías, opciones o posibles cursos de acción. Por lo tanto, sin el poder de elección, el hombre no es un ser racional. Y de seguro, sin el poder para tomar decisiones genuinas, el hombre no podría ser moralmente responsable, y rendir cuentas a su creador.

Toda la Biblia, llama al hombre a elegir entre el tiempo y la eternidad, entre Dios y Satanás, entre el bien y el mal, entre él mismo o Cristo.  Jonathan Edwards afirmó que "un acto de la voluntad es lo mismo que un acto de elección o elegir".[29]  Ni existe motivo bíblico, científico o lógico para el hombre — quien toma decisiones de toda clase diariamente — que no pueda  también, sin primero tener que ser regenerado, elegir entre el bien y el mal, Dios o Satanás, genuinamente abrir su corazón a Cristo.

Palmer lo llama una paradoja que "aunque el hombre es totalmente depravado y no  puede creer y que  la fe es un don de Dios, producto del trabajo irresistible del Espíritu Santo, aun así, es decisión del hombre creer.  Él tiene el deber de obedecer el mandato de Dios para creer".[30] No es ninguna paradoja; es algo absurdo. Nadie puede justamente ser responsable por no hacer lo que es imposible para él hacer.

¿Podría ser cierto que no tenemos más remedio, sino solamente que Dios provoque que hagamos lo que sea, habiendo predestinado nuestro cada pensamiento, palabra y hecho? Esto sin duda no es una percepción celebrada en la experiencia ordinaria, como lo discutió Agustín. Sin embargo, aunque esto sea en contra del sentido común, el calvinista se ve obligado a aceptar este punto de vista para apoyar su sistema. Agustín, a quien veremos en el próximo capítulo, cree en la voluntad libre del hombre, mientras que Lutero enseñaba que la voluntad del hombre está esclavizada al pecado. Calvino dice que el pecado en el que estamos cautivados, fue decretado por Dios, y por lo tanto no hay escapatoria excepto por el acto Soberano de Dios. ¡Si tal es el caso, entonces es Dios quien tiene al hombre en la esclavitud del pecado!

            La Biblia no declara en ninguna parte, que la soberanía de Dios requiera que el hombre no tenga poder de tomar una decisión genuina, moral o de algún otro tipo. Obviamente, si la soberanía de Dios hace al hombre totalmente incapaz de cualquier elección moral, entonces Dios soberanamente debe causarle a creer en el Evangelio. Por lo tanto, los cinco puntos del Calvinismo realmente fluyen desde este punto de vista erróneo de la soberanía.

Una Soberanía sin Misericordia

El Dios de Calvino cae en manos de los ateos que justamente acusan a un "Dios" Todopoderoso que hace que los hombres pequen y luego los condena y por hacer esto lo convierte en un monstruo. Will Durant no era cristiano, pero uno debe tomar en serio su queja de Calvino: "...estaríamos de acuerdo incluso que el error vive porque es una necesidad vital. Pero siempre encontraremos difícil amar al hombre que oscureció el alma humana con el concepto más absurdo y blasfemo de Dios en toda una historia extensa y honorable de sin sentido".[31]

Siguiendo la dirección de Calvino, sin darse cuenta de la aparente blasfemia que expresa contra Dios quien es amor, Palmer escribe:

La Biblia tiene más de cien ejemplos de pecado que Dios causo... Esta es la increíble asimetría bíblica: Dios ordena el pecado y el hombre es culpable. Nosotros no podemos comprender esto. Si todas las cosas son ordenadas por Dios — incluyendo el pecado y la incredulidad — entonces Dios ha ordenado quienes serían los incrédulos... Es esencial establecer los datos bíblicos sobre la pre ordenación del pecado.[32]

Esto no es "impresionante" sino repugnante a la conciencia, y es una difamación sobre el carácter de Dios — tampoco es bíblico. Palmer cita "decenas de textos que [supuestamente]  indican que el pecado es pre ordenado por Dios".[33] Por cierto, ninguno de los pasajes bíblicos que cita apoya esa horripilante tesis.

James Orr, editor de la original Enciclopedia de la Biblia Estándar Internacional, dijo de esta doctrina “que sin una plegaria lógica de consistencia para ser aceptada por la mente humana y que está destinada a provocar una revolución contra todo el sistema con el cual se asocia".[34]  El Rey James (Santiago), quien había enviado una delegación al Sínodo de Dort, se refirió a "este infame decreto del Sínodo y la decisión de ese formulario detestable, por el cual la mayor parte de la raza humana están condenados al infierno por ninguna otra razón, que la mera voluntad de Dios, sin considerar el pecado, la necesidad de pecar, así como de ser condenados, siendo impuesto sobre ellos por esta gran estaca del Decreto antes mencionado "[35] [énfasis en el original].

Al intentar justificar esta doctrina, muchos calvinistas han respondido a mí en discusiones, cartas, y en comentarios escritos al margen de los manuscritos preliminares enviados a ellos para su revisión, "Dios no está bajo ninguna obligación de extender su gracia a aquellos a quienes él predestina a juicio eterno". Por supuesto que Dios no está bajo ninguna obligación de tener que hacer nada para con el hombre. Sin embargo como ya hemos observado,  gracia y misericordia no fluyen de obligación sino del amor de Dios. Tampoco pueden ser comprometidas en el proceso la perfecta santidad y justicia de Dios. Evaluando a un autor popular calvinista, Zane Hodges, escribe:

El resultado de la Teología de [Michael S.] Horton es que las personas no elegidas están destinadas irremediablemente al infierno, porque Dios se niega a regenerarlos... La imagen de Dios que se desprende de esto es una distorsión de su naturaleza y carácter de amor. Por lo tanto, no es de sorprenderse, encontrar a Horton escribiendo: "[Dios] no puede amarnos directamente por nuestro pecado, pero él puede amarnos en unión con Cristo, porque Cristo es a quien el Padre ama".[36] Lo que esto representa es que Dios no ama "directamente" a nadie, a menos que primero lo regenere, ya que "la regeneración es el comienzo de la Unión". En otras palabras, Dios no ama a los elegidos hasta que los regenera y nunca ama totalmente a los no elegidos.[37]

  1. C. Gregg Singer, John Calvin: His Roots and Fruits (Abingdon Press, 1989), 32.
  2. W. E. Best, Free Grace Versus Free Will (Houston, TX: W. E. Best Books Missionary Trust, 1977), 20.
  3. Peter A. Bertocci, Free Will, Responsibility, and Grace (Nashville, TN: Abingdon Press, 1957) , 22,  96.
  4. C. I. Scofield,              Scofield Bible Correspondence Course (Chicago, IL: Moody Bible Institute, 1907) , III : 445.
  5. James M. Gray, Bible problems Explained (Grand Rapids, MI: Fleming H. Revell, 3rd ed. 1913) ,  45.
  6. William L. Pettingill, Bible Questions Answered (Just A Word Inc., 3rd ed. 1935), 209.
  7. Arthur T. Pierson, the Believer’s life: its past, present, and Future tenses (London: Morgan and Scott, 1905), 24–30.
  8. Reuben A. Torrey, the importance and Value of proper Bible Study (Chicago, IL: Moody Press, 1921), 80–81.
  9. Edgar Y. Mullins, Baptist Beliefs (Valley Forge, PA: Judson Press, 4th ed. 1925), 27.
  10. Kenneth G. Talbot and W. Gary Crampton, Calvinism, Hyper-Calvinism and Arminianism ( Edmonton, AB: Still     Waters Revival Books, 1990),  14.
  11. Loraine Boettner, the Reformed Faith (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1983), 2.
  12. John Gill, A Body of Doctrinal and practical Divinity (Paris, AR: Baptist Standard Bearer, 1987) ,  173.
  13. Charles Haddon Spurgeon, “God’s Will and Man’s Will,” No. 442 (Newington, Metropolitan Tabernacle; sermon delivered Sunday morning, March 30, 1862).
  14. Loraine Boettner, the Reformed Doctrine of predestination (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1932), 234.
  15. Philip F. Congdon, “Soteriological Implications of Five-point Calvinism,” Journal of the Grace Evangelical Society, Autumn 1995, 8:15, 55–68.
  16. Arthur W. Pink, the Sovereignty of God (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 2nd prtg. 1986) ,  138–39.
  17. Ibid., 240.
  18. A. A. Hodge, quoted in D. A. Carson, Divine Sovereignty and Human Responsibility ( Atlanta, GA: John Knox Press, 1981),  207.
  19. A. A. Hodge, Outlines of theology (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1972),  201-202.
  20. Jerom Zanchius, the Doctrine of Absolute predestination, trans. Augustus M. Toplady ( Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1977),  88.
  21. Edwin H. Palmer, the five points of calvinism (Grand Rapids, MI: Baker Books, enlarged ed., 20th prtg. 1999), 82.
  22. Ibid., 95, 124–35.
  23. Ibid., 95, 97–100, 116.
  24. Ibid.
  25. David S. West, the Baptist Examiner, March 18, 1989, 5; cited in Laurence M. Vance, the Other Side of Calvinism (Pensacola, FL: Vance Publications, rev. ed. 1999), 255.
  26. C. Norman Sellers, Election and perseverance (Haysville, NC: Schoettle Publishing Co., 1987) ,  3.
  1. John Calvin, institutes of the Christian Religion, trans. Henry Beveridge (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1998 ed.), I: xvi, 6, 8, 9.
  2. Pink, Sovereignty, 156.
  3. Jonathan Edwards, Freedom of the Will, ed. Paul Ramsey (New Haven, Ct: Yale University Press, 1957), 137.
  4. Palmer, Sovereignty, 87.
  5. Will Durant, “The Reformation,” Pt. VI of the Story of Civilization (New York: Simon and Schuster, 1957), 90.
  6. Palmer, Sovereignty, 97–100, 116.
  7. Ibid., 16.
  8. Quoted in Alan P. F. Sell, the Great Debate (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1982) ,  7.
  9. In Jacobus Arminius, the Works of James Arminius, trans. James and William Nichols ( Grand Rapids, MI: Baker Book House,  1986), 1:213.
  10. Quoting from Michael S. Horton, ed., Christ the lord: the Reformation and lordship Salvation (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1992), 111.

Zane C. Hodges, “The New Puritanism, Pt 3: Michael S. Horton: Holy War With Unholy Weapons,” Journal of the Grace Evangelical Society,” Spring 1994, 7:12, 17–29.