Capítulo 11 - La Soberanía y la Libre Voluntad | thebereancall.org

Se oye con frecuencia que los cristianos dicen, "Dios está en control; Él todavía está en el trono". Pero ¿qué significa eso? ¿Acaso Dios no estaba en control cuando Satanás se rebeló y cuando Adán y Eva desobedecieron, pero ahora sí lo está? ¿Acaso Dios está en control en medio de toda violación, asesinato, guerra, hambre, sufrimiento y el mal, y es exactamente lo que el planeo y deseó — como dice Palmer— “incluso el movimiento de un dedo... el error de un mecanógrafo..."?[1]

Que Dios sea absolutamente soberano, no requiere que todo lo que el hombre elija hacer o no hacer, según su propia voluntad, sea pre-ordenado por Dios desde la eternidad pasada. No hay razón lógica ni bíblica, para que un Dios soberano por su propio diseño soberano no pueda permitir que sus criaturas hechas a su imagen, tengan libertad de elección moral. ¡En efecto, él debe, si el hombre va ser más que una simple marioneta de papel!

 En un capítulo titulado "el gran misterio", Palmer insiste que el no Calvinista niega la soberanía de Dios e insiste en el poder del hombre para elegir, mientras que el "ultra-calvinista niega la responsabilidad del hombre".

Luego el sugiere que el verdadero;

Calvinista... acepta  ambos lados de la antinomia. Se da cuenta que lo que defiende es ridículo...e imposible para que el hombre pueda armonizar estos dos conjuntos de datos. ¿El decir por un lado que Dios ha pre hecho todo lo que siempre sucede y luego decir que el hombre es responsable de lo que el hombre hace? ¡Son tonterías!  Debe ser una o la otra. ¿Decir que Dios pre ordena el pecado de Judas y aun así es culpa de Judas? ¡Son tonterías...! Esto está de acuerdo con lo que dijo Pablo, "Porque la palabra de la Cruz es locura a los que se pierden" (1 Corintios 1:18). Los griegos buscan sabiduría y lógica y para ellos el calvinista es irracional... El calvinista tiene que decidirse: ¿Cuál es su autoridad? ¿Su propia razón humana o la palabra de Dios? Si responde, los poderes del razonamiento humano, entonces, como el arminiano y el ultra-calvinista, tendrá que excluir una de las dos fuerzas paralelas. Pero él cree que la Biblia es la palabra de Dios... infalible e inerrante.  La aparente paradoja de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre... pertenece al Señor nuestro Dios y debemos dejarlo quieto. No debemos indagar en el Consejo secreto de Dios".[2]

Por el contrario, no hay ninguna contradicción entre la soberanía de Dios y la voluntad del hombre libre. Que Dios sea soberano y el hombre libre de elegir no son misterios insondables. Pero el Calvinismo niega el libre albedrío por su definición de la soberanía, que Dios es la causa de todo, incluyendo el pecado — sin embargo, el hombre es responsable de lo que Dios causa. Esa propuesta es irracional. La confusión aquí debería ser obvia.

La "paradoja" ha sido creada por la distorsión del Calvinismo en cuanto a la soberanía. Aceptando esta contradicción artificial, J. I. Packer dice que debemos "rehusarnos a considerar la incoherencia aparente como real".[3] Este pronunciamiento suena más a la ciencia cristiana, el pensamiento positivo, o confesión positiva y no a la exégesis bíblica.

Por el contrario, como ha dicho Reimensnyder, "el libre albedrío del hombre es la más maravillosa de las obras del creador".[4] Sin duda, el regalo que hace posible todos los otros dones de Dios — sin el poder de elegir, el hombre no podría conscientemente recibir ningún regalo moral o espiritual de Dios. Ese hecho en sí mismo es evidente- y bíblico. Repetidamente hombres y mujeres son llamados a tomar decisiones morales, amar y obedecer a Dios, a creer en el Evangelio y recibir a Cristo: "escogeos hoy a quién sirváis" (Josué 24:15); "Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra" (Isaías 1:19); "Daniel propuso en su corazón no contaminarse" (Daniel:1:8), etc...

Una Seria Contradicción

Sin lugar a dudas, los hombres por su propia elección pueden desafiar y desobedecer a Dios. El conocimiento de que los hombres continuamente quiebran las leyes de Dios, es común a cada conciencia humana y experiencia. A pesar del hecho de que él es soberano y, obviamente, sin violar o disminuir su soberanía, la voluntad de Dios está siendo continuamente resistida y rechazada como resultado de la rebelión de Satanás y el hombre.  El hecho de que los ciudadanos y los extranjeros a menudo violan sus leyes, no niega la soberanía de un país. De hecho, los infractores de la ley serán castigados si son detenidos.

Incluso los cristianos no siempre cumplen perfectamente la voluntad de Dios. Si así fuese, no tendrían ningún pecado que confesar, y no habría necesidad de las epístolas o cartas de Cristo a las siete iglesias de Asia o el Tribunal de Cristo — o cualquier otra corrección de Dios. Las recompensas, tampoco tendrían sentido sin el libre albedrío.

La Biblia contiene muchos ejemplos de hombres que desafían y desobedecen a Dios a pesar de su  soberanía y control del universo. A través del profeta Isaías, Dios se lamenta, "Crie hijos y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mi" (Isaías 1:2). Están ofreciendo sacrificios que Él aborrece, y obviamente no se conforman a su voluntad y están viviendo vidas deshonrosas. Se nos dice que "Mas los fariseos y los intérpretes de la ley (desecharon los designios de Dios) respecto de si mismos" (Lucas 7:30).  Claramente, todo lo que sucede en los asuntos humanos no está de acuerdo a la voluntad de Dios.

A lo largo del Antiguo Testamento, Dios ruega a Israel que se arrepientan de su rebelión, para regresar a Él y obedecerle. Él dice a Israel, "todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor" (Romanos 10:21). La historia de Israel proporciona más amplias pruebas que a pesar de la absoluta soberanía de Dios, el hombre puede rebelarse y el pecado que comete no es la voluntad de Dios, mucho menos su decreto. Lo siguiente es típico de su lamento continuo:

Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros; No hagáis esta cosa abominable que yo aborrezco.  Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos.  Se derramo por tanto, mi ira y mi furor y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén y fueron puestas en soledad y en destrucción, como están hoy.  (Jeremías 44:4-6)

Sin duda, la idolatría que Dios llama "esta cosa abominable que yo aborrezco", no puede ser según su voluntad. Sin embargo, que su voluntad sea rechazada por la rebelión del hombre, al igual que los diez mandamientos son quebrantados millones de veces cada día alrededor del mundo y esto no niega en lo más mínimo ni debilita su soberanía.

¿Y qué de Efesios 1:11?

A la luz de tales Escrituras, ¿cómo podemos entender la declaración que Dios trabaja "conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad"? (Efesios 1:11). Alvin Baker afirma que este pasaje demuestra que "Dios trabaja ' todas las cosas,' incluyendo el pecado, según su eterna voluntad".[5] Sin embargo, la palabra "hace" (RV 1960) es energeo, que no transmite la idea de manipulación controlada sino de estimulación. Ver Colosenses 1:29 y 2 Tesalonicenses 2:7, 9; Véase también "ocupaos en vuestra salvación... porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer (energiza), por su buena voluntad te" (Filipenses 2:12 – 13).

Tampoco Pablo dice que Dios trabaja todo según su voluntad, pero según el designio de su voluntad. Hay una gran diferencia. Obviamente, el "designio" de su voluntad debe haber permitido al hombre la libertad para amar y obedecer o desafiar a su creador, — de lo contrario el pecado sería la voluntad de Dios. Nunca podríamos concluir así con este pasaje (y tampoco a la luz de muchas Escrituras que afirman que los hombres desafían la voluntad de Dios) que cada pensamiento de la humanidad, palabra y acción es según la voluntad perfecta de Dios, exactamente como Dios lo desea y lo decreta. Sin embargo, eso es lo que concluyen erróneamente lo calvinistas de Efesios 1:11. Lograr este caso, como lo hizo Calvino, retrata a Dios como la causa originadora de cada pecado cometido.

Cristo nos pide orar, "Vengase tu reino hágase tu voluntad así en la tierra, como en el cielo" (Mateo 6:10; Lucas 11:2). ¿Por qué Cristo sugeriría tal plegaria, si ya todo está de acuerdo con la voluntad de Dios y su decreto eterno — y si ya estamos en el Reino de Dios con Satanás encadenado, como tanto lo enseñaron Calvino y Agustín?

La objeción se plantea: “¡Te atreves a insinuar que el Dios Todopoderoso no puede efectuar su voluntad!" Por supuesto que puede y lo hace, pero esto en sí mismo no dice que la voluntad de Dios pre ordena todo lo que sucede. Sin libertad de hacer su propia voluntad, el hombre no sería un ser moralmente responsable, ni podría ser culpable de pecado. Eso es axiomático.

La mención especial de Cristo de "todo aquel que hace la voluntad de mi Padre" (Mateo 12:50; Marcos 3:35) y declaraciones de sus mismos labios como "no todo aquel que me dice, Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi padre"(Mateo 7:21), muestran muy claramente que todo el mundo no siempre cumple la voluntad de Dios. La misma verdad se encuentra en Isaías 65:12, 1 Tesalonicenses 5:17-22, Hebreos 10:36, 1 Pedro 2:15-16, 1 Juan 2:17 y en otros lugares. Claramente, hay una distinción entre lo que Dios desea, quiere y lo que permite.

Una Distinción Importante

Muchas Escrituras demuestran que la voluntad de Dios puede ser y es desafiada por el hombre. Ni tampoco las Escrituras sugieren que hay alguna voluntad o plan de Dios con el cual la voluntad y las acciones del hombre estén por naturaleza en perfecto acuerdo. Sin embargo Forster y Marston señalan,  que "algunos escritores cristianos parecen incapaces de aceptar esto... Si, como ellos creen, que todo lo que pasa es voluntad de Dios, entonces el arrepentimiento y el perecer de los impíos también debe ser la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios mismo dice que no es su voluntad... "[6]  En cuanto al hecho de la rebelión humana y la desobediencia que desafía a Dios, los calvinistas y  no calvinistas coinciden. El desacuerdo esta en como lo explican.

Los calvinistas dicen que incluso la rebelión del hombre ha sido decretada soberanamente por Dios y la voluntad de Dios es la causa realizadora. El que no es calvinista explica que el pecado del hombre es el resultado de sus deseos egoístas y hechos pecaminosos que desafían a Dios.  De este modo el hombre es justamente responsable moralmente, porque está en el poder de su voluntad, o en la intención de deliberadamente obedecer o no a Dios. Pero, el calvinista niega que el hombre tiene una opción, porque es "totalmente depravado" — y aun así lo hace responsable a pesar de su supuesta incapacidad para actuar, excepto como Dios lo ha decretado.

Por lo tanto cualquier opción independiente por parte del hombre — incluso para pecar — debe ser negada para mantener el tulip. Esto es cierto especialmente cuando se trata de la salvación. Pink escribe, "para decir que la salvación del pecador resulta por la acción de su propia voluntad, es otra forma dogmática que deshonra a Dios por una salvación lograda con esfuerzos humanos... Cualquier movimiento por parte de la voluntad es una obra... "[7] 

Por el contrario, hay una diferencia enorme entre decidir o tener la voluntad para hacer algo y realmente hacerlo — algo que cada persona perezosa e indecisa demuestra repetidamente. Simplemente tener voluntad no es trabajo en lo absoluto. Pablo claramente hace esta distinción cuando dice, "porque el querer el bien esta en mí, pero no el hacerlo"(Romanos 7:18). Por cierto, la voluntad de Pablo no era el problema, sino su incapacidad aun como una persona regenerada  de hacer el bien que quiere y  abstenerse de la maldad que su voluntad rechaza.

El Evangelio es "el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16). El poder  eficaz que salva al hombre es de Dios, pero el hombre recibe la salvación por la fe — y sólo por la fe. Para que el pecador condenado simplemente reciba la salvación por la fe, que Cristo compró en la Cruz, no es trabajo por parte del hombre. El calvinista insiste en que si lo es. Para que Pink llame el recibir a Cristo por la fe un "esfuerzo humano" es inventar su propio significado de las palabras.

La distinción entre la fe y las obras es tan clara en las Escrituras que no tenemos que sobre cargar el punto.

Es la perspectiva extrema de los calvinistas, en cuanto a la soberanía de Dios, que les lleva a rechazar la enseñanza bíblica de que la salvación se ofrece libremente a todos.  En cambio, limitan la salvación solo a los elegidos. Por lo contrario, argumentan, que si el hombre es libre de aceptar o rechazar la salvación, esto deja la decisión final al hombre y Dios queda a su merced.

"Estás sugiriendo, objetan, ¿Que Dios quiere salvar a toda la humanidad, pero carece del poder para hacerlo? Esto es una negación de la soberanía y la omnipotencia de Dios; que hay algo que él desea pero no puede lograrlo". Aún MacArthur, Packer, Piper y otros dicen que Dios desea la salvación de todos pero no lo decretó. Esto es una real contradicción, considerando que no es contradicción decir que Dios ha dado al hombre la libre elección de recibir o no a Cristo. Por cierto que el poder de Dios no tiene relación con su gracia y amor, que proporcionan la salvación. Además, como veremos, hay muchas cosas que Dios no puede hacer y la falta de "poder" no es la razón de ello, ni tampoco mitiga su soberanía en lo más mínimo.

Aquello que no Puede Hacer un Dios Soberano

Vance señala, "la percepción calvinista de Dios como absolutamente soberano es muy precisa; Sin embargo, eso no significa que tiene prioridad sobre sus demás atributos".[8] Claramente, la habilidad de Dios y aun su derecho de actuar en soberanía sólo se ejercerse en armonía con sus otros atributos, que  deben permanecer en perfecto equilibrio. El Calvinismo destruye este equilibrio. Pone tal énfasis en la soberanía de Dios, que sus otras cualidades son insignificantes en comparación y Dios se presenta  actuando fuera de carácter. Por esta razón este libro es subtitulado, la tergiversación del Calvinismo en el carácter Dios.

A lo largo de la historia, los déspotas soberanos han abusado su soberanía para sus propios propósitos malvados.  Sin embargo, Dios emplea su soberanía no como un déspota sino en amor, gracia, misericordia, bondad, justicia y verdad — todo en perfecta armonía con su carácter total y todos sus atributos. Por cierto, él no puede actuar despóticamente o usar su soberanía para el mal. ¿No puede? Sí, no puede.

"¡Herejía!", grita alguien. "Dios es infinito en poder; No hay nada que no pueda hacer". ¿En serio? El hecho de que Él es infinito en poder significa que no puede fallar. Hay muchas cosas que los seres finitos hacen rutinariamente, pero el Dios infinito, absolutamente soberano no puede porque Él es Dios. No puede viajar porque él es omnipresente. Él no puede mentir, engañar, robar, ser confundido, contradecirse, actuar contrariamente a su carácter, etc... Tampoco Dios pre ordeno esto en el hombre. El hacerlo en otros seria como si Dios mismo practicase el pecado — un hecho que los calvinistas no consideran.

Lo que Dios no puede hacer, no es a pesar de quien es, sino por quién es Él. Así escribió Agustín, "Por tanto, no puede hacer algunas cosas por la misma razón que es omnipotente".[9]  Hay cosas que Dios no puede hacer, porque hacerlo violaría su propio carácter. No puede negarse ni contradecirse. No puede cambiar. No puede faltar a su palabra.

Dios no Puede Tentar ni Ser Tentado

Las Escrituras deben ser tenidas en el contexto y en comparación con las mismas Escrituras; un versículo aislado no puede convertirse en la regla. Jesús dijo, “Para Dios todo es posible" (Mateo 19:26). Pero es imposible para Dios hacer el mal o causar a otros hacer el mal o incluso atraer a alguien a la maldad. Esto se expresa claramente en las Escrituras: "Cuando alguien es tentado, no diga que es tentado por parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni el tienta a nadie..." (Santiago 1:13 – 14).

¿Qué pasa con instancias en las Escrituras donde la Biblia dice que Dios tentó/probo a alguien o fue tentado él mismo — por ejemplo, "que probó Dios a Abraham" (Génesis 22:1)? La palabra hebrea usada en todo el Antiguo Testamento es nacah, que significa probar o demostrar, al igual que en la pureza o temple de un metal. No tiene nada que ver con la tentación al pecado. Dios estaba probando la fe y la obediencia de Abraham.

En cuanto a Dios siendo tentado, el advirtió a Israel, "No tentareis a Jehová vuestro Dios" (Deuteronomio 6:16). Lo hicieron en Masáh, en la exigencia de agua: "tentaron a Jehová, diciendo: ¿Esta, pues, Jehová entre nosotros, o no?" (Éxodo 17:7). Más tarde "tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto... dijeron, ¿Podrá poner mesa en el desierto? Sí... Pero ellos tentaron y enojaron al Dios altísimo…"(Salmos 78:18, 41, 56).

Claramente, Dios no estaba siendo tentado a hacer el mal — esto es una imposibilidad. Pero en lugar de esperar en Él con confianza y paciencia para satisfacer sus necesidades, su pueblo estaba exigiendo que Él probara su poder, dándoles lo que querían para satisfacer sus deseos. La "tentación" de Dios era una provocación que lo ponía en la posición de ceder a sus deseos, o de castigarlos por rebelión.

Cuando Jesús fue "tentado por el diablo" que se lanzara desde el pináculo del templo para probar la promesa de Dios que los “Ángeles en sus manos te sostendrán”, Jesús citó Deuteronomio 6:16 — "No tentarás al Señor tu Dios" (Mateo 4:1-11). En otras palabras, es una cosa  confiar en Dios para satisfacer nuestras necesidades cuando surgen y a como a Él le plazca, pero es diferente el ponernos deliberadamente en una situación donde exigimos a Dios que debe actuar, para poder ser rescatados o protegernos.

En la cita anterior, Santiago dice que, "cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido". (Santiago 1:14) La tentación del mal viene desde adentro, no desde afuera. El hombre que no pueda ser "tentado" por la oportunidad de ser deshonesto en el negocio, puede sucumbir a la tentación de cometer adulterio y por lo tanto ser deshonesto con su esposa.

Dios no estaba tentando a Adán y Eva al pecado cuando les dijo que no comiesen de un árbol en particular; Él estaba probando. Eva fue tentada por su propio deseo natural, su deseo egoísta. Incluso en inocencia, la humanidad llegó a ser egoísta y desobediente. Vemos esto en los bebés muy pequeños, de los cuales presumimos que hasta cierto momento no saben la diferencia entre el bien y el mal.

Aquello que Dios no Puede Hacer para Salvar al Hombre

Además, cuando se trata de la salvación, hay tres cosas específicas que Dios no puede hacer. En primer lugar, Él no puede perdonar el pecado sin que la pena sea pagada. En el jardín de Getsemaní la noche antes de ser crucificado, Cristo clamó en agonía, "Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa..." (Mateo 26: 39). Por cierto, si hubiese sido posible proveer salvación, sin Cristo pagar la pena exigida por su justicia, el Padre le habría permitió escapar de la cruz. Sabemos, por lo tanto, que no era posible para Dios salvar al hombre de ninguna otra manera. Incluso, el poder omnipotente y soberano de Dios, no pudo simplemente decretar que los pecadores sean perdonados. Este hecho destruye el fundamento mismo de la salvación para los elegidos del Calvinismo por solo un simple decreto soberano.

En segundo lugar, Dios no puede forzar un regalo sobre ninguno. Este hecho también demuestra que la salvación de los elegidos no puede ser por predestinación. La salvación no puede ser ganada ni tampoco es merecida — sólo puede recibirse como un regalo de Dios. Y el receptor debe estar dispuesto; el regalo no puede ser impuesto por el donante contra la voluntad del destinatario.

Finalmente, Dios no puede obligar a nadie a amarlo o aceptar su amor. La fuerza no produce el amor. El amor verdadero sólo proviene voluntariamente del corazón.

Por la misma naturaleza de dar y recibir, de amar y recibir amor, el hombre debe tener el poder de elegir libremente en su corazón, como Dios lo ha ordenado soberanamente — "si tú... creyeres en tu corazón... serás salvo" (Romanos 10:9). La recepción del don de Dios de la salvación y del amor de Dios (todos en y a través de Jesucristo y su sacrificio por nuestros pecados) sólo puede ser por una libre elección.

Cristo dio repetidamente invitaciones tales como "Venid a mí, todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28) o "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37); "Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente" (Apocalipsis 22:17). Confiando en el sentido lógico de las palabras, solo podemos concluir por las Escrituras, que Cristo está ofreciendo un regalo a todos, que puede ser aceptado o rechazado.

No hay duda que la salvación es un regalo de la gracia de Dios: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito" (Juan 3:16); "Si conocieras el don de Dios" (Juan 4:10); "Pero no como el delito, así que también es el don gratuito" (Romanos 5:15); "Mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23); "Porque por gracia sois salvos... es don de Dios" (Efesios 2:8); "Dios nos ha dado vida eterna" (1 John:5:11), etc.. Por su propia naturaleza, un regalo debe ser recibido por un acto de la voluntad. Si es forzado sobre el destinatario, no es un regalo.  Trágicamente, el Calvinismo socava la misma base de la salvación y la relación en amor y en confianza del hombre con Dios, a través de Cristo.

La Libre Voluntad no está en Conflicto con la Soberanía de Dios

Literalmente cientos de versículos en toda la Biblia ofrecen la salvación a todos los que creen y la reciben. El calvinista objeta que si el hombre tiene la opción de decir sí o no a Cristo, él tendría la última palabra en cuanto a su salvación y su destino estaría en sus propias manos y Dios queda a su merced. Por lo tanto, donde la Biblia parece decir que Dios desea que todos se salven y ofrece salvación a todos para ser aceptado o rechazado, el calvinista debe limitar la aplicación sólo a los elegidos y estos no tienen otra opción.  Así el significado claro de las Escrituras se cambia para hacerla cumplir con el tulip.

La soberanía de Dios no está en duda. La cuestión es, qué significa bíblicamente. El calvinista, sostiene que si el deseo de Dios es que todos los hombres se salven y obviamente no todos son salvos — entonces la voluntad de Dios es frustrada por hombres pecadores, rebeldes que por sus propias voluntades han sido capaces de anular la soberanía de Dios.

Como consecuencia de esta visión errónea de la soberanía, debe cambiarse el significado simple de numerosos pasajes para apoyar el tulip. El calvinista insiste, "la herejía del libre albedrío destrona a Dios y entrona hombre".[10] Por cierto, este error fue rechazado por Agustín mismo

Pongamos el Asunto en Orden

Claramente, hay un número de cosas que un Dios soberano no puede hacer, sin embargo, ninguna de estas limitaciones afecta en lo más mínimo su soberanía. Dios no es menos soberano porque no pueda mentir o pecar o cambiar o aun negarse a sí mismo, etc... Éstas se dan por hecho debido a su carácter sin pecado, santo, y perfecto.

Tampoco Dios deja de ser soberano o carente de poder porque no pueda obligar a nadie a amarlo o  recibir el regalo de la vida eterna en Cristo Jesús. Poder y amor (y el don del amor) no pertenecen a la misma discusión. Por cierto, de las muchas cosas que hemos visto que Dios no puede hacer, la falta de "poder" o una disminución de su soberanía no es el motivo de ninguna de ellas. Pusey, señala que "sería contradictorio, que Dios todopoderoso creara un agente libre capaz de amarlo, sin que este sea capaz de rechazar su amor... Sin el libre albedrío no podríamos amar libremente a Dios. La libertad es una condición en el amor."[11]

Lejos de negar la soberanía de Dios, el reconocer que a la humanidad le ha sido dada por Dios la capacidad para elegir  amarlo o no, y para recibir o rechazar el regalo de la salvación, es admitir que la misma soberanía de Dios ha sido provista en amor y maravillosamente. En su soberanía, Dios ha constituido la naturaleza en un regalo de amor para que el hombre tenga el poder de la elección y pueda experimentarlo  de la mano agradable de Dios.

Tampoco puede el poder de la elección desafiar la soberanía de Dios, puesto que es la soberanía de Dios que da este regalo al hombre y establece las condiciones para amar, para recibir amor y para dar o recibir un regalo. Sin embargo, como Zane Hodges señala:

Si hay una cosa que los calvinistas de cinco puntos sostienen con tenacidad y vigor, es la creencia de que no puede haber en lo absoluto libre albedrío. Con sorprendente ilógica, generalmente sostienen que Dios no puede ser soberano si el hombre se otorga algún grado de libre albedrío. Pero esta visión de Dios en realidad disminuye la grandeza de su poder soberano. Porque si Dios no puede controlar un universo en el que no hay voluntad genuina, esto la reduce a una creación de "robots", entonces Dios realmente seria  de poder limitado.[12]

Es absurdo sugerir que si el hombre pudiera rechazar a Cristo, que esto lo pondría en control de su propio destino o el de Dios. Dios está en control. Es él quien hace las reglas, establece los requisitos para la salvación y determina las consecuencias de aceptación o rechazo. Dios no es menos soberano sobre aquellos que rechazan a Cristo, de lo que es sobre los que le aceptan. Él es quien ha determinado las condiciones para la salvación y lo que sucederá a aquellos que aceptan y a aquellos que rechazan su oferta.

Pero, en el calvinista, debido a su visión extrema de la soberanía, no puede permitir a ningún hombre  decir sí a Cristo ni puede permitir que le diga que no. Este error, ha destruido las bases para una salvación genuina y ha creado una falsa. Y para apoyar esta salvación falsa que, supuestamente, Dios impone sobre uno que es electo, el calvinismo ha tenido que inventar sus cinco puntos.

Este hecho se aclarará cada vez más a medida que avancemos.

  1. Edwin H. Palmer, the five points of calvinism (Grand Rapids, MI: Baker Books, enlarged ed., 20th prtg. 1999), 25.
  2. Ibid., 85–87.
  3. J. I. Packer, Evangelism and the Sovereignty of God (Downer’s Grove, IL: InterVarsity Press, 1961) ,  212.
  4. Junius B. Reimensnyder, Doom Eternal (N. S. Quiney, 1880), 357; cited in Samuel Fisk, Calvinistic paths Retraced (Raleigh, NC: Biblical Evangelism Press, 1985), 223.
  5. Alvin L. Baker, Berkower’s Doctrine of Election: Balance or imbalance? (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing Co., 1981), 174.
  6. Roger T. Forster and V. Paul Marston, God’s Strategy in Human History (Bloomington, MN: Bethany House Publishers, 1973), 32.
  7. Arthur W. Pink, the Sovereignty of God (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 2nd prtg. 1986) ,  218.
  8. David S. West, the Baptist Examiner, March 18, 1989, 5; cited in Laurence M. Vance, the Other Side of Calvinism (Pensacola, FL: Vance Publications, rev. ed. 1999), 256–57.
  9. Augustine, the City of God, trans. Marcus Dods; in Great Books of the Western World, ed. Robert Maynard Hutchins and Mortimer J. Adler (Encyclopaedia Britannica, Inc., 1952), 18:V.10.
  10. W. E. Best, Free Grace Versus Free Will (Houston, TX: W. E. Best Books Missionary Trust, 1977), 35.
  11. Edward B. Pusey, What is Of Faith As to Everlasting punishment? (James Parker and Co., 1881), 22–24; cited in Fisk, Calvinistic, 222.
  12. Zane C. Hodges, “The New Puritanism, Pt 3: Michael S. Horton: Holy War With Unholy Weapons,” Journal of the Grace Evangelical Society, Spring 1994, 7:12.